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—¿Qué haremos esta noche?

—Una carrera— dijo Dom—. Dos mil cada uno. El ganador se lleva todo.

—Héctor, tú serás el tesorero— sonrió Kelly.

—¿Por qué él es el tesorero?

—Porque también es lento para correr— se burló otro.

—No tengo efectivo— dijo Bryan—. Pero tengo la factura de mi auto.

—Oye, nadie debe meterse en el ring sin saber boxear— dijo Jesse.

—Él sabe que boxeo— señaló a Vince—. Escuchen lo que tengo que decir: si pierdo, fácil y rápido, el ganador se lleva mi auto; si gano, me llevo el dinero y el respeto de todos.

—Respeto— se burló Dom.

—Para muchos es importante— dijo Bryan.

—¿Ese es tu auto?

—Dominic— llamó Jesse—. Veo un sistema de entrada de aire, un sistema de oxido nitroso, T4, turbo, un controlador de AyC e inyección directa de nitrógeno.

—Y un control de gasolina independiente— dijo Dom—. Vaya forma de gastar diez mil dólares.

—Jesee, te estás quedando lento— lo alentó.

—Ay, cállate— manoteó al aire mientras seguía analizando el motor.

—Vámonos, chicos— llamó León.

—Ábrele la puerta— dijo Jesse.

—Siempre lo hago— se quejó León. Pero dejaron que Jesse pasara primero en el coche. Condujeron hasta la meta de salida. León era el encargado de la radio policial y Jesse se encargaba de las fallas ocasionales del sistema.

—La policía está entretenida— dijo Kelly a través del radio—. No hay problema, repito, a correr.

—¿A dónde iremos a cenar?

—¿Después de la fiesta? Creí que ya tenías cena.

—Hablo de comida, tú siempre estás en el menú.

—Seguro ya no te gusta el plato fuerte.

—Oh, vamos— la atrajo para besarla con fuerza—. Tú eres la que pone barreras.

—Siempre es mi culpa, claro— sonrió con coquetería.

—Ya llegaron— Jesse se asomó por la ventana.

—Triunfando como siempre— felicitó a su primo.

—Que guarde el dinero mi hermana— dijo Dom al entregárselo a la rubia.

—¿Qué, te divertiste? — Jesse se apresuró a abrir el cofre.

—¿De qué te ríes? ¿Qué te pasa?

—Casi te gano.

—Casi me ganas, no me digas— dijo Dom—. Estás soñando. Ni siquiera controlaste el auto, hiciste los cambios como tu abuelita los haría, tuviste suerte de que el nitrógeno no reventara la transmisión. ¿Él casi me gana? Ahora mis mecánicos locos y yo tendremos que re armar el motor y remplazar los émbolos que casi quemaste. Pregúntale a un piloto, a uno de verdad: no importa si ganas por mucho o por poco, ganar es ganar.

—Rayos, ¡viene la policía! — exclamó León por el radio y jaló a la rubia de vuelta al auto para salir de allí cuanto antes.

La otra TorettoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora