La otra Toretto

77

—Es bonita.

—Que no te escuche Letty.

—No, no lo digo de esa forma.

—¿Entonces?

—Tu nueva familia se preocupa por ti.

—Me quieren mucho.

—Queenie me lo dijo.

—¿Sí?

—Que ya no era su estadounidense favorito.

—Si te hubieras casado con su hija, quizá— se carcajeó.

—Déjame ver ese golpe.

—Sanará— soltó un leve quejido.

—Ahora eres esposa de Deckard, ¿crees que no iniciará una guerra luego de verte?

—Confío en que sanará— sonrió y dejó que le limpiara la sangre—. Era mi vestido favorito.

***

Edimburgo

—Hubiéramos llamado a los latinos.

—Madame cree que deberíamos tener sirvientas.

—Roman, deja a Kelly en paz, necesito que se concentren.

—Dom, ayudaría mejor en los techos.

—Tu juguete se quedó en la guarida, así que serás el respaldo de Ramsey en tierra.

—A la orden.

—Ramsey, háblame, ¿qué tienes?

—El algoritmo dice que el equipo de Jakob está cerca, entre 80 y 100 metros.

—¿Ochenta metros? Eso es mucho en esta zona— dijo Tej—. Toda esta área parece estar repleta.

—No parece— sonrió Kelly a la nada.

—Entonces, ¿no sabemos dónde está la bóveda secreta que Jakob piensa atacar?

—Oh, perdón, cariño, olvidé quitarme la sangre para oírlo mejor.

—¿Te estás escuchando?

—¿Y tú?

—Roman, ¿qué dije?

—No sería un secreto si supiéramos.

—Al fin usas el cerebro— Kelly trataba de ser ella otra vez.

—Creo que tu acento te hace sonar más inteligente de lo que eres— dijo Tej—. Un chip de rastreo antiguo nos llevaría a dos metros de este tipo. Pero no, estamos aquí con biometrías.

—Creí que te habías cansado de los chips.

—Buen argumento, pero los chips de rastreo siguen al chip— dijo Ramsey—. Perseguiríamos una chaqueta costosa y de mal gusto hasta la lavandería. La biometría en cambio, es imposible de... esperen.

—¿Qué tienes? — soltó el café y giró la pantalla.

—Chicas.

—Tenemos un problema.

—Las cámaras están fallando y mi equipo enloqueció.

—¡Diablos!

—En primera, todo esto parece espeluznante.

—¿Ves por qué nunca te invité a mi residencia?

—Ramsey, buscamos por todos lados.

—Un segundo.

—¿Qué?

—Yo lo conozco.

—¿A quién?

—Es la puta de Jakob.

Kelly se puso los lentes de sol y los audífonos para fingir que escuchaba música y así ningún transeúnte la molestara. Se acomodó la chaqueta para que sus armas no saltaran a la vista durante su caminata. No tenía coches a la vista, ninguno del equipo, ella debía permanecer sentada junto a Ramsey para ser su respaldo, ya que sabía usar armas, pero la experta entre las dos, obviamente no era la hacker. Escuchaba a los otros tres intercambiando palabras, así que giró por ahí y vio que Dom salió del auto, subió en copiloto antes de que objetara.

—Lo seguiré. Va a un jaguar azul.

—Síguelo.

—¿Yo? No puedo.

—¿Por qué no?

—Mira, es mal momento para decir esto, pero no sé conducir.

—Por eso debiste quedarte— espetó su primo.

—Eres tú o nadie, cariño— dijo la rubia—. Puedes girar y bajarme.

—No voy a perder a Jakob.

—Es mucho más fácil conducir en Londres, si pasas tu prueba de manejo, te regalo el coche que quieras de la colección privada de Deckard.

—Se detuvo.

—Es ahora o nunca— Dom bajó y Kelly corrió al piloto.

Esperó a cerciorarse que su primo entraba, quitó el freno, echó una U y pronto alcanzó a la ramera de Jakob, se les notaba a leguas y la rubia lo intuyó por la forma en que habló de él. Pisó el acelerador y escuchaba las peleas de Tej y Roman, a la rubia solo le preocupaba lo que pasara entre Jakob y Dom. Kelly vio por el rabillo y silenció el teléfono, seguro su esposo ya había visto las noticias del caos que había por ahí. Cuando por fin le dio alcance a Ashton, sacó la pistola por la ventanilla y asustó a un conductor que pasaba por ahí, lo suficiente para sacarlo del camino, crear una carambola y que Ashton fuese inmovilizado por todos esos autos. Era el coche de Dom, robado, así que no lo iba a estrellar.

—Kelly.

—Acá enfrente— condujo hacia la ubicación que le dieron.

—¿A quién le robaste el auto?

—¡A mí! — Dom corrió asubirse. Jakob a la cabeza, seguido de Ramsey y atrás Kelly.