Capitulo. 42

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Resultaba intrigante el pacífico silencio que envolvía a la mansión durante la noche, me hacía recordar a los primeros días en que debimos quedarnos allí. Sin embargo, ahora sabía que sus paredes resguardaban a personas que se habían vuelto valiosas para mí, aunque no pudiese compartir mucho tiempo con ellos. Las palabras de Edward se repetían en mi mente una y otra vez, como si condenasen mis acciones, no estaba huyendo de mis sentimientos hacia Naomi, la quería... Pero no podía negar que tenía mucho miedo a perderla. Abraham era un constante recordatorio de que con solo decidirlo podría destruirlo todo en tan solo un día... Incluso había terminado involucrando a Aiden en cierta medida y no podía sentirme peor por ello, pues mi hermanito al que me jure proteger cuando salimos de Londres, ahora eran quien me prestaba su ayuda para detener las tretas que estaba seguro Abraham tramaba para herirnos a todos. En cierto modo hubiese deseado que los Lane no recibiesen la herencia, o que de hacerlo el señor McClelland lo hubiese tratado como un secreto, entonces tal vez podría haberme encontrado con Naomi de una forma diferente y nuestra relación no se tambalearía en sobre un delgado hilo.

La puerta de su habitación me llamó y mi consciencia no tardó en interponerse ante los deseos de mi corazón, ni un alma se encontraba despierta a esas horas y los tormentos de aquella pesadilla aún ocupaban mi mente asqueándome. Ver su cabello negro, escuchar su voz en aquella pesadilla me generaba un dolor agonizante en el pecho.

Así que sin poder resistirlo un segundo más, mis pies cambiaron de dirección y me encontré frente a su puerta, esta vez la madera no quemó cuando mis dedos la rozaron y la perilla se sintió tan suave como aparentaba, los sonidos no inundaron mi mente y, por el contrario, la calma nocturna me permitió volver a respirar con normalidad. Las cortinas aún estaban corridas y permitían que la intensa luz de la luna iluminase la habitación, me pregunte entonces por qué habría hecho aquello, si mal no recordaba la muchacha me había afirmado no tener miedo alguno a la oscuridad... El objeto de mis desvelos, quien ocupaba mis pensamientos sin permiso alguno y la dueña de los latidos de mi corazón, descansaba tranquilamente bajo las sábanas, su hermoso cabello negro caía en cascada por el borde de la cama tal como en mi pesadilla, pero en esta ocasión no me produjo más que ternura. Deseaba poder acariciar su piel y sentir su calor; sin embargo, tan solo me senté con el mayor cuidado en el borde de la cama. Observarla, dormir tan tranquilamente me daba calma y me permitía admirar su belleza sin sentirme como un verdadero tonto.

Su tez canela me recordaba al caramelo y sus labios a melocotones que me llamaban a probar su sabor. La luz de la luna iluminaba su rostro haciéndola parecer una verdadera ninfa del bosque y me hallé pensando como hubiese sido conocerla en otras circunstancias ¿Me habría acercado a ella? ¿O quizás ella me hubiese tratado diferente? Si de algo estaba seguro era de que en esa u otra vida, su voz y su mirada conseguirían hechizarme sin dudar.

Un leve movimiento me alertó y para mi sorpresa sus delicadas pestañas se movieron y sus ojos me encontraron en la penumbra. Imagine que le habría dado un susto, pues la pobre debió parpadear un par de veces, cosa que me sacó la primera sonrisa en todo el día.

— Andrew... — Mi nombre en sus labios me pareció dulce. — ¿Qué haces aquí?

Su voz adormilada resultó tierna y cuando la vi hacer el amago de erguirse, me deje llevar por mis deseos trepándome a la cama, ella se paralizó totalmente confundida, pero yo tan solo me limite a besar su frente.

— No te levantes. — Susurré cuando sus ojitos buscaron los míos, llenos de dudas.

— Andrew, esto es incorrecto. — Respondió ella mitigando su voz como si alguien pudiese escucharnos.

— Lo sé, ¿No te parece divertido? Solo la luna es testigo de esto y se ha ocultado por temor a quemarse. — Me burlé consciente de lo que mis palabras podían insinuar.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora