Los días pasaban aumentando mi malestar, las noches eran una tortura constante en la que el cansancio gritaba con desesperación a la ansiedad, pero las decenas de pensamientos que se aglomeraban en mi mente me impedían conciliar el sueño.
"Abraham ya lo sabe..."
Las últimas noticias de Edward me mantenían en vilo, nada más leer el nombre de mi hermano en aquella carta, me causó escalofríos. Tan solo llevaba una semana en Londres y ya sentía que me asfixiaba, oculto en un hotel de mala muerte, mientras ocupaba todo mi tiempo en revisar papeles de cuentas y esperar noticias del señor Ronald o Thomas... Cosa que tan solo me alteraba más, pues aún no tenía clara la razón del claro interés del señor Roland en todo ese asunto, ni que extraña relación tenía con Thomas; realmente me preocupa haberme involucrado en una situación que no me incumbía.
Pero ante mis miedos, las cartas de Edward actuaban como un poderoso motor capaz de anular mis preocupaciones, todo en el afán de lograr encontrar algo que obligase a Abraham a marcharse lejos.
Mi hermano ahora sabía que mi viaje a Londres no se debía a ningún problema con nuestra madre, y estaba seguro de que, si él lo sabía, nuestra madre también. Había desaparecido de su control, pero aquello no duraría mucho y debía ser consciente de ello si quería aprovechar todo el tiempo que tuviese. Nuestra madre me buscaría y cuando lo hiciese haría todo en sus manos por volver a atraparme en su entramada telaraña; sin embargo, ahora tenía el conocimiento del poco dinero que poseía nuestra familia, eso era una ventaja, pues le impediría usar todas sus fuerzas para encontrarme. Me preocupaba Naomi y su familia, pues Abraham no solo tenía vía libre para tramar sus tretas, ya que Edward no podría cuidarles a todos y vigilarle al mismo tiempo, sino que también sabía que yo estaba avanzando en mi plan para vencerle... Abraham era metódico, pero el tiempo parecía perseguirlo.
Ahogado en mis pensamientos ni siquiera me di cuenta del momento en que alguien ingreso a la habitación, el movimiento de su sombra rápidamente me sobresalto y como un gato arisco me puse de pie dispuesto a defenderme cualquier cosa que tuviese a mano. Eran muchas las veces en que había imaginado el momento en que matones se internasen en mí el hotel en mi busca, tal y como en las noticias de los periódicos.
Pero no.
El inexpresivo rostro de Thomas me hizo sentir como un niño tonto y demasiado imaginativo, el muchachito era mucho menor que yo y parecía tan tranquilo con la situación, aún a sabiendas de que arriesgaba su vida internándose en las calles del bajo mundo. Este no emitió ni una palabra, como de costumbre y simplemente se adentró en el lugar en busca de algo para comer.
Qué chiquillo más extraño.
Aun con el corazón golpeando aceleradamente mi pecho, decidí seguirle a esperas de su informe, pues esta vez el señor Roland no estaba con él. Sin embargo, este solo tomó una cerveza y un pan de la nevera y se dejó caer sobre el viejo sofá del salón.
— ¿Y bien? — Pregunté, la ansiedad me carcomía y su tranquilidad solo lo empeoraba. — ¿Qué encontraste?
Thomas masticó lentamente y con un trago de cerveza finalmente trago, su vacía mirada se posó en mí y entonces deslizó mano dentro de sus bolsillos. Confuso esperé a que dijese algo, pero en su lugar sacó un pequeño anillo algo sucio, pero que sin duda lucía muy caro. Ni siquiera necesite tomarlo en mis manos para saber que era.
— ¿Lo reconoce? — Murmuró el muchacho con aquella voz tan ronca que sinceramente no parecía pertenecerle.
— Es el anillo de compromiso de mi abuela. ¿Dónde lo hallaste? — Si mal no recordaba, mi abuela se lo había dado a mi padre y posteriormente paso a ser de mi madre.
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Jeune fille indomptable
RomancePudo pasarle a cualquiera, pero no. Esa gran tragedia le cambio la vida para siempre a ella... Ahora Naomi deberá ocuparse de toda su familia, deberá protegerlos de la maldad de otros. Tal vez se pierda a si misma. O Tal vez encuentre una luz en m...