Jeune fille indomptable

Epilogo

La brisa fresca de diciembre me envuelve, el pueblo había cambiado mucho desde aquella tragedia donde la mansión Stephen fue totalmente destruida y con ella dos almas trastornadas se marcharon de este mundo...

La nostalgia me envolvió cuando dejé el ramo de lilas sobre la tumba de mi madre, hacia mucho que no la visitaba y el estar allí junto a todos mis hermanos nuevamente sin duda parecía irreal.

— Es hora de irnos. — Anunció Eleonor y pude sentir como su cálida mano tocaba mi hombro.

Probablemente pasaría mucho tiempo antes de que volviésemos a reunirnos allí, aquel año nos había unido más que nunca en nuestras vidas, sin embargo, era momento de despedirse. Ver los rostros tranquilos de mis hermanos me llenaba el corazón, pues sabía que, aunque cada uno seguiría su propia vida, eran niños y adultos valientes que afrontarían el mundo tal y como nuestra madre hubiese deseado, con bondad en el corazón y fuerza en la sangre. Enternecida por nuestra inminente despedida acaricié la cabecita de Lila, había crecido mucho al igual que todos...

Uno a uno, todos comenzaron a bajar la colina hablando entre si sobre las mil cosas que querían hacer cuando lleguen a sus nuevos hogares, y me alegró escuchar cómo se exigían enviar cartas todos los días.

— Sabes, aun puede haber tiempo de pasar por la iglesia. — Cuchicheó Elizabeth divertida, quien se había acompasado a mi andar junto con Eleonor.

— Ay, Elizabeth ¿Cómo puedes seguir siendo tan puritana? — Se quejó Eleonor soltando una carcajada.

— No soy puritana, digo que sería bonito que comenzaran su nueva vida como un matrimonio. — Se quejó la otra a lo que yo solo pude reírme.

Desde allí podía observar claramente el resto de cementerio, el hombre del que me había enamorado profundamente y con quien quería pasar el resto de mi vida, se encontraba en el mausoleo familiar de los Stephen... A pesar de todo lo sucedido Aiden y Andrew aun le guardaban cierto afecto a su difunta familia y tras sus muertes decidieron enterrarles dignamente, solían llevarles flores cada cierto tiempo y sabía que hablarles les daba la paz que no habían logrado conseguir antes.

Aun me costaba creer lo sucedido ese día, como los cuerpos de Abraham y su madre fueron recuperados de los escombros... El llanto de Andrew y Aiden les causó escalofríos a todos los presentes; realmente jamás esperé que Abraham se sacrificase por nosotros y una parte de mi deseaba de todo corazón que hubiese encontrado un poco de paz en el otro lado.

Edward se encontraba con ellos y supe que les había advertido de nuestros movimientos. Elizabeth, Lila y él se quedarían en New Hope como una familia, ellos habían decidido criar a la única y legitima heredera Stephen, pues Andrew y Aiden habían renunciado a todas sus tierras alegando que el pueblo de New Hope debía prevalecer unido. Y como era de esperarse, el señor McClelland estuvo feliz con la decisión incluso ofreciéndose a ser el guardián de la pequeña.

Para el resto de nosotros la vida daría muchas vueltas... Eleonor era toda una enfermera y aunque me dejaba con el corazón en un puño, pronto partiría a Europa; estaba tan orgullosa por lo que había conseguido que tan solo me quedaba felicitarla y pedir a nuestra madre que la protegiese a donde fuera que el viento la llevase. Harry y Jacob eran un caso único, lo que sentían uno por el otro era sumamente fuerte y aunque eso me preocupaba, sabía que estarían bien mientras estuvieran juntos; el mundo me había demostrado que muchas de las cosas que se creen incorrectas, tan solo son situaciones incomprendidas. Mis tres pequeñas señoritas, Jane, Lineth y Bell continuarían con su vida en Londres y en cuanto al pequeño Charly sabía que pondría de cabeza su escuela en Boston.

Clara, Teresa y Thomas nos esperaban en la entrada del cementerio, aquellos tres habían jurado seguirnos a donde fuéramos y no podía estar más agradecida con su lealtad; sin embargo, les confiaba a ellos el cuidado de mis hermanos más pequeños, quienes también se quedarían en New Hope, queríamos que Peter, Claid y Rose creciesen con aquello que todos nosotros tuvimos, una vida de colores en aquel extraño pueblito; además estaba segura de que Elizabeth estaría feliz de ser la nueva matriarca de la familia.