Sentía mi sangre arder, mis brazos se encontraban entumecidos debido a la tensión que me sumía en un profundo abismo, oscuro y tan turbio que me enloquecía. Podía visualizar claramente como mis puños se manchan de la sangre del hombre que consideré mi hermano, la ira envolviéndome en un arranque violento que acabase con aquella sonrisa estúpida que adornaba su rostro...
Deseaba tanto hacerle el mismo daño que por mucho tiempo me causó...
Pero no.
Mientras él aire luchaba por llenar mis pulmones, y mi corazón por disminuir el acelerado ritmo que martillaba mis tímpanos; la razón gritaba con todas sus fuerzas que me detuviese. Que no cometiese tan garrafal error. Protagonizar una violenta pelea no serviría de nada, no traería a mi padre de regreso, ni enviaría a esa mujer lejos de nosotros...
Abraham era culpable de ser un verdadero estúpido, un ser tan ególatra y tonto que ni siquiera se dio cuenta de cómo lentamente terminó por convertirse en una marioneta; una cuyos hilos habían sido manejados para llevarle a un punto sin retorno. La muerte de mi padre no solo pesaba sobre sus hombros, sino también sobre los de la titiritera maestra.
No valía la pena.
Así que tomando toda la fuerza de voluntad que tenía, di un paso atrás.
Abraham me observó cómo si realmente no esperara que retrocediese, la sonrisa desapareció de su rostro y tan solo pude ver enojo en su mirada. No podía seguir allí ni un minuto más, no sabía a dónde ir o si lo dicho en aquella habitación podría perjudicarme luego; pero no me importaba. El pomo de la puerta se sintió helado en comparación con el fuego que parecía abrasar mi piel, sin duda necesitaba volver con Aiden, alejarme de ese ser desquiciado y roto que ya no parecía hallar salvación.
— ¿¡A dónde crees que vas!? — Le escuché gritar, pero tan solo lo ignoré. — ¡Cobarde!
[...]
Disfrutar de la brisa fresca que recorría cada rincón del jardín, parecía un lujo extraño en aquellas circunstancias. Sin duda otra persona en mi situación viviría en la paranoia de que algún asesino se ocultase en los rincones; sin embargo, realmente necesitaba enfriar mis pensamientos...
Nuestra madre no había vuelto a la casa desde hacía horas, con la excusa de buscar personalmente a un médico adecuado para Dalia, logró escapar en el momento justo, pues aunque Abraham se diese cuenta de sus tretas, ella no estaría para que pudiese reclamarle. Esa mujer sabía muy bien como manipularle y su ausencia solo dejaba que el tonto se marinase en su propia locura.
Aun no podía creerme lo que había escuchado, imaginarme a Abraham dándole el golpe final a nuestro padre... Recordaba haberle visto llorar cuando nos dieron la noticia y durante su funeral, el rostro de mi hermano era patético, ahora entendía que su dolor siempre fue mayor... Pues la culpa le carcomía a cada paso que daba. Si tan solo no la hubiese escuchado... Nuestra madre lo había preparado todo por años, envolvió a Abraham en su red convenciéndole de que nunca obtendría afecto de nuestro padre, que no era suficiente cuando siempre lo fue. Destruyó cualquier amistad o hermandad que pudiésemos tener porque sabía que usar el sentimiento de inferioridad de mi hermano era algo que podía llevarle a cometer atrocidades.
Era una mujer retorcida, un monstruo que escapó de algún cuento de terror. Capaz de usar a cualquier persona a su alrededor... Y, si se salía con la suya, Aiden sería el siguiente en ocupar el puesto de Abraham.
Sin duda debía aprovechar aquel pequeño momento de soledad en el jardín, pues era nada más y nada menos que la calma antes de la tormenta...
— Buenas noches... — Un ligero susurro se extendió en el aire captando mi atención.
La noche había caído antes de que me diese cuenta y el frío nocturno me mantenía tan entumecido que ni siquiera noté el momento en que una figura se abrió paso entre las flores; la muchacha se sentó a mi lado antes de que si quiera pudiese responder, sin duda había cambiado mucho desde la última vez que compartí una conversación con ella, llevaba pantalones y su cabello lucía más corto, un aspecto digno de una joven de la ciudad.
— Buenas noches, Eleonor...
La pelirroja no me sonrió como solían hacer sus hermanas, ella sin duda era muy particular. En su lugar observó el cielo nocturno tal y como hacía antes de su interrupción.
— Hay demasiado silencio para ser la mansión Stephen. — Comentó entonces. — A veces pienso como hubiese sido la vida si hubiese sido yo y no Elizabeth quien acompañara a mis hermanos en aquella fiesta... Quizás el incendio nunca hubiese sucedido, o quizás mis hermanos hubiesen corrido aún más peligro que ahora.
— ¿De que habla?
— Fue Elizabeth quien inicio el incendio... — Reveló en un susurro que me paralizó el corazón. — Un accidente claro, ella tan solo quería proteger a nuestros hermanos de una situación delicada; distraer a todos con la maravilla de los fuegos artificiales...
No sabía absolutamente nada de aquello, confíe ciegamente en lo que había dicho el señor McClelland, que todo había sido un terrible accidente... Y en cierto modo era verdad, sin embargo el que los hermanos de Naomi estuviesen involucrados era algo que no esperaba.
— Se supone que no debería estar hablando de algo así, pero la tragedia de esa noche terminó uniendo nuestras familias para bien o para mal.
— ¿A qué quiere llegar? Eleonor. — Dudaba enormemente que aquella conversación fuese simplemente palabras al aire. Ella sonrió.
— Quiero saber hacia dónde apunta su brújula moral, Andrew. Sus hermanos parecen tenerlo muy claro. Abraham odia a mi hermana con toda el alma y no dudará en herirla, casi nos mata a todas... — El asco y la rabia parecía brotar de su voz como si las palabras fuesen solo un adorno de los sentimientos que expulsaba. — Aiden es un niño maravilloso, estoy segura de que todos lo consideramos parte de nuestra familia e irónicamente ha mantenido a Naomi a salvó todo este tiempo, pero no deja de ser un niño en medio de este desastre. Y luego está usted. El hombre que le robó el corazón para luego destrozarlo.
De entre todos los hermanos de Naomi, sin duda Eleonor era de las personas más intrigantes, astuta pero al mismo tiempo tan silenciosa que nadie la notase hasta el momento preciso.
— Entonces quiere saber si seré un enemigo más o un aliado. — Asentí, entendía su preocupación, era la vida de su hermana la que se encontraba en juego. — La situación no es buena, Eleonor... Pienso resguardar a las personas que quiero cueste lo que cueste.
Mi respuesta pareció bastarle, pues una sonrisa volvió a tomar su rostro, está vez no parecía burlarse, ni reflejar superioridad. La vi levantarse y pensé que eso sería todo, volvería a recuperar aquella soledad. Pero entonces ella volvió a llenar el silencio con su voz.
— Supongo que Naomi no se enamoró de tu sinceridad, pero espero que al menos con ella no omitas lo que realmente piensas. — Sus palabras lograron arrebatarme el aliento, pensar en la morena era capaz de revolver mi mente y corazón. — Hemos decidido quedarnos. Así que ten en cuenta que si representamos enemigos o aliados, depende de ti.
Y dicho aquello, la muchacha se marchó en completo silencio.
Sin duda, la calma antes de la tormenta...
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Jeune fille indomptable
RomancePudo pasarle a cualquiera, pero no. Esa gran tragedia le cambio la vida para siempre a ella... Ahora Naomi deberá ocuparse de toda su familia, deberá protegerlos de la maldad de otros. Tal vez se pierda a si misma. O Tal vez encuentre una luz en m...