Lo vi tan entusiasmado que no pude negarme y sin dudarlo asentí permitiendo que el niño me guiase hacia el lago. La humedad y el cálido ambiente del lugar nos dio la bienvenida; sin embargo, Aiden no se detuvo allí y, por el contrario, me llevó hasta un lugar apartado dónde los matorrales tenían un color similar al del laberinto, pero la falta de jardinería los hacía lucir horriblemente descuidados. Entonces descubrí que el camino parecía haber sido tallado en la piedra del suelo en forma de escaleras. Aiden se adentró sin dudarlo, obligándome a seguirle, y cuando finalmente logramos salir de los matorrales, el niño disipó mis temores con su risa al notar la gran cantidad de ramas y hojas que se habían quedado en mi ropa y cabello.
— ¡Oye! No es mi culpa ser más grande — Me uní a sus carcajadas olvidándome por completo de cualquier molestia que ocupase mi mente aquella mañana. Pero no me dio tiempo a más, pues Aiden volvió a avanzar, esta vez a gran velocidad por las extrañas escaleras. — ¡Espera! Podemos perdernos. — Intenté prevenirle, pero él no me hizo caso y siguió corriendo.
Entonces los matorrales se despejaron ante mis ojos y pude llegar al final del camino, dónde Aiden ya me esperaba con una enorme sonrisa. Nos encontrábamos en una especie de pequeño risco que colgaba sobre el agua del lago, desde allí podía ver la orilla, la entrada al laberinto y el camino al pueblo; un viejo columpio de madera se situaba bajo la sombra de un árbol, muy cerca del risco. Los nervios me volvieron su presa cuando observé el agua bajo nosotros.
— Es muy lindo, ¿Verdad? — Comentó el niño saltando por el lugar mientras yo luchaba por tragarme mis miedos. El agua lucía realmente oscura y ello solo me daba una idea de su profundidad.
— Mucho... No sabía que esto existiera.
El niño caminó por el borde sin preocupación alguna mientras se deshacía de sus zapatos. Con cuidado decidí acercarme apoyándome en el columpio para tomar alguna estabilidad, el acelerado ritmo de mi corazón amenazaba con hacerme retroceder; sin embargo, no podía dejar a Aiden allí solo.
— Andrew me contó una vez que un verano el abuelo decidió crear una piscina artificial en el lago y este lugar era la plataforma para los clavados. — Explicó mientras desabotonaba su chaleco. — Pero cuando la abuela se enteró, les regaño a ambos y para contentarla construyeron este columpio.
Un poco más relajado y con una enorme sonrisa, el pequeño me ofreció su mano nuevamente, tirando de mí hacia aquel columpio; me aterraba enormemente el sentir que en cualquier momento podría regalar y caer, pero Aiden parecía tan tranquilo que no tuve el coraje para negarme. Aún con los nervios a flor de piel, ambos nos sentamos en el que, a mí parecer, era el columpio más inestable en la vida. Y no pude evitar chillar cuando Aiden comenzó a moverse provocando que nos meciésemos.
Pero por supuesto, nada ocurrió, mis temores eran una tontería y el viejo columpio parecía ser tan fuerte como un roble. Lentamente, volví a abrir los ojos, maravillándome con la vista...
— Es como si voláramos... — Susurré, el viento golpeaba mi rostro y mis pies se elevaban sobre las aguas del lago. Sabía que tan solo era una ilusión, pero sin duda era increíble.
— Nadie más conoce este lugar, así que siempre vengo aquí cuando estoy solo... — Se sinceró el niño. — Me gusta pensar que vuelo a la Antártida para conocer a un pingüino de verdad.
— Con la mente que tienes quizás algún día puedas conocer a alguno, estoy segura de que serás un increíble científico, o un investigador que explorará todo el mundo. — Le alenté con todo mi cariño.
— Sabes Naomi, creo que tienes razón en muchas cosas. Me gustaría ser más un niño. — Aiden se levantó entonces del columpio, y con una actitud mucho más alegre, se plantó frente a mí observando el horizonte. — No me quiero arrepentirme luego...
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Jeune fille indomptable
RomansaPudo pasarle a cualquiera, pero no. Esa gran tragedia le cambio la vida para siempre a ella... Ahora Naomi deberá ocuparse de toda su familia, deberá protegerlos de la maldad de otros. Tal vez se pierda a si misma. O Tal vez encuentre una luz en m...