Capitulo. 21

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 Aquella noche la mansión relucía en luces y adornos de color plateado, las puertas volvieron a abrirse permitiendo la entrada a todo aquel que quisiese asistir y aunque muchas personas curiosas decidieron acercarse, lo que más llamaba la atención era la gran cantidad de lujosos carruajes que ingresaban uno tras otro. Nada más llegar el jardín principal llamó nuestra atención donde la mayoría de los niños corrían de un lado a otro y shows similares a los de un circo se encargaban de amenizar el ambiente, personas lucían increíbles máscaras a juego con sus vestimentas y disfrutaban del ambiente, la música clásica y la comida.

Para nuestra sorpresa, Los Russo también habían sido invitados al igual que muchas otras familias del pueblo, por lo que finalmente el entusiasmo entre mis hermanos fue general. Nada más bajar del carruaje los empleados nos ofrecieron licor y bocadillos, mientras otro se encargaba de entregar mascaras, no pude evitar reírme al ver a todos con sus rostros cubiertos por el papel metálico adornado de plumas y piedras de fantasía.

Mis hermanos no tardaron en correr de un lado a otro, atraídos por los juegos y shows, mientras que Eleonor, Elizabeth y yo permanecimos juntas caminando por el lugar. Mis hermanas no podían lucir más hermosas y poco a poco parecían relajarse disfrutando de la música.

— Esto es impresionante. — Escuché susurrar a Eleonor, sus ojos brillaban ante las luces que colgaban de los árboles y las personas que parecían disfrutar felizmente de la compañía de otros.

— Me gusta mucho la música, ¿Qué instrumento es? — Preguntó Elizabeth realmente entusiasmada.

— Un violín. — Le contesté, mi hermanita parecía flotar en su vestido rosa, como una flor que comenzaba a abrir sus pétalos tras un largo invierno. Su brazo aún permanecía aferrado al mío; sin embargo, esperaba que con el tiempo tuviese la seguridad de soltarme.

— Vamos, Eleonor, ¡Hay alguien que hace malabares con fuego! — Cole McDougal llegó entonces hasta nosotras y su entusiasmo no pudo hacernos más gracia.

— Eso sin duda tengo que verlo. — Se burló Eleonor.

El curioso muchacho no dudó entonces en tomar a nuestra hermana del brazo y arrastrarla por el lugar en otra dirección completamente diferente. Elizabeth y yo no pudimos aguantar más y una carcajada nos hizo retorcemos en el lugar.

— Pobre, se enamoró de un puercoespín.

Las risas no pararon para nosotras, pues me tenía propuesto el hacer que Elizabeth, principalmente, disfrutara aquella fiesta y se diese cuenta de que no necesitaba de sus ojos para ser ella misma. Una broma tras otra nos mantuvo alejadas del resto de personas que pululaban por el lugar, la mayoría parecían personas del pueblo y pude reconocer a algunos niños del refugio en el lugar; me llenaba enormemente el corazón saber que la vida también mejoraba para ellos. Incluso había escuchado rumores sobre mejoras en el hospital...

— ¡Naomi! — Pero de pronto nuestro mal comportamiento se vio interrumpido por aquella vocecita. Aun con lágrimas en los ojos producto de la risa, me giré para encontrarme a un grupo de niños que corrían hacia nosotras, pude reconocer al cabecilla del grupo como el alegre cumpleañero de la fiesta. — Me alegra mucho que estén aquí. No sabía que vendrían.

Ups, vaya comentario más desafortunado. Daba gracia a la vida que ni Eleonor ni Harry estaban allí en ese momento, los pequeños ni siquiera lo notaron y Elizabeth hizo oídos sordos.

— Tu fiesta es impresionante, espero recibas muchos regalos. — Comenté en el intento de desviar la atención. — Y hablando de regalos.

Del interior de mi abrigo saco entonces una pequeña bolsita repleta de galletas y se la extendí, Aiden recibió el obsequio con una sonrisa y no tardó en sacar una galleta, entonces su expresión cambio y le vi introducir su mano hasta el fondo. Una brújula antigua brillo entonces ante las luces del lugar.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora