Capitulo. 25

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Aiden, Aiden, Aiden... ¿Dónde podía estar? Mis piernas ardían de tanto correr y el humo comenzaba a afectar mi respiración. Mirase a donde mirase, tan solo había árboles y el mundo parecía tomar un color rojizo a mi alrededor, no sabía dónde estaba ni a donde iba, hacía minutos que le había perdido la pista al otro muchacho que sin duda era mucho más veloz que yo. Escuchaba a las aves graznar y el calor comenzaba a agobiarme.

— ¡Aiden! ¡¿Aiden donde estás?! — Volví a llamarle por enésima vez, pero no obtuve respuesta.

En que mal momento permití que se internase en el bosque.

Tenía miedo, mucho miedo de lo que pudiese ocurrirle, no sabía si estaba rodeado de fuego, si Aiden estaba en algún lugar seguro o si ya sabía sobre el incendio; había corrido en su búsqueda sin pensar...

— ¡Aiden! — El dolor en mi garganta se mezclaba con la horrible sensación que provocaba el humo, sentía que me ahogaba.

— ¡Andrew!

De pronto entre el humo y la maleza logré divisar una figura, no podía ver su rostro, sin embargo, por su voz supe quien era y antes de poder pensar en algo, ella llegó hasta mí y tomando mi mano me instó a correr lejos de aquel lugar. Fue entonces que noté lo cerca que estuve de quedar atrapado en medio del fuego que aún no era capaz de ver, pues el ambiente se volvió mucho más amigable y el calor disminuyo considerablemente. Consciente del peligro no paré de correr hasta que el humo dejó de molestarme; ella no me soltó en ningún momento guiándome a través de los árboles con gran rapidez, apenas era capaz de seguirle el paso saltando matorrales y esquivando ramas; sin embargo, un tropezón nos llevó directamente al suelo cuando la tierra bajo nuestros pies desapareció y un enorme desnivel nos provocó una horrible caída. Perdí su mano antes de poder hacer algo y solo la escuché gritar al tiempo que mi cuerpo recibía un golpe tras otro de los matorrales.

Cuando finalmente mi cuerpo chocó contra el duro suelo de tierra y hojas, apenas y era capaz de respirar con normalidad. Mi ropa estaba hecha un desastre, sentía mis brazos llenos de espinas y magulladuras, pero al ver el risco del que habíamos caído, supe que cualquier golpe que pudiese tener no era grave.

— Naomi... — La llamé en cuanto fui capaz de poner mis pensamientos en orden.

Ignorando cualquier dolor que pudiese sentir, giré sobre mi espalda para levantarme, entonces la vi; ella ya se encontraba sobre sus rodillas y manos dispuesta a levantarse y seguir corriendo; sin embargo, le faltaba el aliento y su cuerpo temblaba violentamente, su largo cabello se pegaba a su rostro sudoroso y enrojecido seguramente entorpeciendo su vista, tenía la ropa vuelta un desastre y pronto descubrí manchas rojizas en sus brazos.

— Naomi ¿Estás bien?

Sin dudarlo me apresuré a ayudarla temiendo que se hubiese lastimado de gravedad, ella permaneció en el mismo lugar y no supe qué hacer ¿Debía ayudarla a levantarse? Pero ¿Y si estaba herida y lo empeoraba?... No podía simplemente quedarme allí pensando, así que, rogando al cielo por no equivocarme, la sujete con el mayor cuidado posible ayudándola a ponerse de pie.

— Harry... ¿Dónde está Harry? — La escuché murmurar entonces, el miedo en su voz me causó escalofríos.

— No lo sé, lo perdí.

Ella se llevó las manos al rostro con desesperación, se encontraba en la misma situación que yo. Sin embargo, ni siquiera sabía que hacía allí o en qué momento entró al bosque también. Recordaba haber visto el terror en sus ojos y supe que la columna de humo no era una simple fogata en el horizonte. Ella me observó finalmente, aun con la respiración entrecortada y manos temblorosas.

— Regresa. El bosque pronto arderá y no podremos salir. — Advirtió mientras observaba el lugar a nuestro alrededor, quizás intentando orientarse. — Nuestras granjas están cerca, el fuego no llegará hasta allí.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora