Un suspiro pesado escapó de mi boca cuando los rayos de sol golpearon mi rostro, otra noche en vela... Sentía la boca amarga y el cuerpo entumecido a pesar de que la cama podría compararse con una nube. Por alguna razón no podía dormir, pues mil pensamientos cruzaban mi mente una y otra vez, impidiéndome conciliar el sueño. Hubiese deseado que nuestra estancia allí se diese por motivos diferentes. Mi cuerpo se movió por si solo entonces, sujetando ante mis ojos aquella sencilla cinta de color azul; no pude evitar que una sonrisa se formase en mi rostro al recordar a aquella chica, el movimiento tan gracioso de su nariz, su ceño fruncido, como su cabello parecía flotar. Sin duda era la mujer más extraña que había visto jamás y aún no podía entender su actitud, en minuto me odiaba y al siguiente se convertía en la persona más formal del mundo. Aunque su voz sin duda era más destacable que su horrible temperamento.
Pero la paz nocturna pronto me abandonó y ya no tuve oportunidad de desvariar entre mis pensamientos, pues la puerta de mi habitación se abrió de golpe y pronto sentí el peso en la cama... Aiden siendo Aiden, por lo tanto, Abraham no estaba en casa.
— ¿De quién te escapaste esta vez?
Jamás podría entender como siendo el menor era el más listo de los tres, su pequeño escape había traído consecuencias con Abraham, quien no dudó en ponerle una niñera respirándole en la nuca todo el día. La mujer no le dejaba solo ni aun estando conmigo; sin embargo, el pequeño granuja había encontrado una y mil formas de escaquearse y huir de ella.
— Pretende enseñarme francés... — Se quejó el niño acostándose a mi lado, había algo poético en observar los patrones del dosel.
— Pero tú ya sabes hablar francés.
— Intenta explicárselo a Matilde. — Vaya molestia que era esa mujer. Por mucho que intentara pasar tiempo con mi hermano, ella no perdía oportunidad en echarme; sabía todo era obra de Abraham, que intentaban aislarnos para obligarnos a volver antes de que se leyese el testamento del abuelo. — ¿A dónde fuiste anoche? — Cambió el tema pillándome por sorpresa. — Tus ojeras te delatan.
— No fui a ningún lado. — Mentí.
Como le explicaba a mi hermano que estaba obsesionado con aquella chica y que cada noche desde entonces iba al bar disfrazado a escucharla cantar... Sin duda era patético. Y lo peor es que lo sabía, pero no podía sacarme su voz de la cabeza, su actitud tan libre y labios mordaces. No había visto chica igual antes... Pero me negaba rotundamente a permitir que ella se diese cuenta de mi interés, caer tan bajo ya era lo suficientemente vergonzoso.
— Entonces tienes insomnio a causa del encierro ¿Y si vamos a algún lugar hoy? Quiero conocer el pueblo del abuelo.
No era mala idea, si pasaba más tiempo en esa habitación me volvería loco. Y en poco tiempo estuvimos listos para partir, salir de la mansión no era tan fácil, pues con la ausencia del señor McClelland, Abraham había intimidado a todos para que cumplieran sus órdenes y las puertas de la mansión permanecían cerradas desde entonces, los caballos resguardados y el despacho del abuelo cerrado. No sabía realmente que pretendía Abraham, pero por el momento nos las habías arreglado para encontrar otras formas de salir de la mansión. Así que, ajustando nuestra ropa a algo más común, el lago fue nuestro destino en aquella ocasión y a través de este pronto estuvimos en las afueras del pueblo.
Aún no concia del todo la zona; sin embargo, me sorprendió ver a tantas personas yendo y viniendo, pues durante las noches, poco más que los gatos deambulaban por las calles, sabía que el señor McClelland se estaba encargando de la reconstrucción de las partes afectadas por el incendio. Y pensar que unos simples fuegos artificiales defectuosos pudieron causar tanto daño. Las tiendas permanecían cerradas y la plaza del pueblo había sido tomada para repartir comida a las personas. Aiden y yo caminamos por las calles en silencio, seguramente mi hermano recordaba muy poco del pueblo, pues no le visitábamos desde la muerte de nuestro padre. Sin embargo, para mí era un poco extraño, recordaba las calles llenas de música y tiendas en todas partes, niños corriendo... Las personas parecían felices, pero ahora era tan lúgubre.
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Jeune fille indomptable
RomansaPudo pasarle a cualquiera, pero no. Esa gran tragedia le cambio la vida para siempre a ella... Ahora Naomi deberá ocuparse de toda su familia, deberá protegerlos de la maldad de otros. Tal vez se pierda a si misma. O Tal vez encuentre una luz en m...