Recorrer las calles de New Hope despertaba decenas de recuerdos de mi niñez, el abuelo era un hombre de ideas anticuadas, por lo que aquel dulce pueblito siempre me hacía sentir como si estuviese dentro de algún cuento mágico, alejado de toda turbiedad que solía opacar la ciudad de Londres... Recordaba jugar con mis hermanos cuando aún éramos una familia, reunirnos a cenar en el gran comedor de los abuelos e incluso participar de las ferias del pueblo con nuestro padre... Y quizás, por tales recuerdos, la nostalgia me impidió entender que aquellos buenos momentos no regresarían con solo pisar New Hope. Hoy, recorrer los campos en compañía de Abraham o nuestra madre parecía algún delirio de mi imaginación, ya no éramos una familia y la muerte se había encargado de arrebatar toda magia en la que aun pudiese creer. La realidad parecía pesar más que nunca sobre mis hombros e incluso me era imposible entender como aquel viaje que tanto soñé realizar en busca de mi libertad, se había convertido en una peligrosa trampa de arena bajo mis pies.
Podría describir como un golpe certero el ser testigo de la decadencia de New Hope, pues ahora no podía pensar en algo más que en la desdicha que vivía su gente. El abuelo jamás hubiese permitido que algo así sucediese, estaba seguro de que no hubiese dudado en dar incluso su propia mansión como refugio a las personas...
Aiden por supuesto no sabía absolutamente nada de lo sucedido y no pretendía contarle, pues tal y como había dicho el señor McClelland, aún no podíamos estar seguros; acusar a nuestro hermano tan solo arruinaría los buenos ánimos de Aiden.
— ¿Qué harás con tu parte de la herencia, Andrew? — Pregunto entonces sacándome de mis pensamientos.
— No lo sé... Probablemente, me establezca en New York y comience algún buen negocio. —Contesté sin darle mucha importancia, a decir verdad, mi futuro nunca había sido más que un sueño borroso en el horizonte.
— A mí me gustaría vivir aquí... Las personas del pueblo parecen amables y el abuelo era feliz aquí. — Comentó y pude notar como observaba nostálgicamente la mansión en la colina. — Podríamos quedarnos después de recibir la herencia, aprender de los negocios del abuelo y...
— Aiden, aún no sabemos siquiera cuando será eso. — Le corté sin mucho ánimo, quedarme en aquel pueblo fantasmal no era precisamente mi idea de vida... El abuelo ya no estaba allí y había considerado por mucho tiempo lo liberador que sería el comenzar una nueva vida donde nadie conociera a la familia Stephen.
El pequeño hizo silencio y nuestra caminata por las calles de New Hope pronto llegó a su fin, pues un enorme carruaje negro que conocía muy bien, se detuvo frente a nosotros. De él bajó una muy molesta señorita Matilde, ataviada con uno de sus elaborados vestidos llenos de holanes y su inolvidable abanico.
— Joven Aiden, señor Stephen. — Saludó la mujer con una leve reverencia. Estaba molesta y mucho. — Agradecería que subieran al carruaje en lugar de proseguir con tal desobediencia. De este modo solo dificultan mi trabajo. — La mujer me observó con reproche, supuse que de nuevo me culpaba por el hecho de que Aiden escapase de sus aburridas lecciones.
En otras circunstancias no dudaría en llevarle la contraria, incluso por hacerla rabiar, pero en esta ocasión me convenía guardar las apariencias con aquella mujer... Desde que habíamos llegado al pueblo, pocas personas se acercaban a Abraham, ni hablar de formar parte de su diminuto círculo de confianza; pero extrañamente Matilde parecía ser de su agrado, incluso desde el primer día de su llegada. La estirada mujer era no solo la tutora de Aiden, sino también la encargada de toda la servidumbre en la mansión, si alguien podía saber algo de los papeles robados era ella.
— Me disculpo, señorita Mallea. — Imitar los perfectos modales inculcados a base de regaños no era nada fácil. — Supongo que hemos cometido un error, aunque tan solo estábamos observando la ciudad para aprender de su historia. ¿Sabía que muchos extranjeros llenaron este lugar con una pequeña parte de sus culturas?
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Jeune fille indomptable
RomancePudo pasarle a cualquiera, pero no. Esa gran tragedia le cambio la vida para siempre a ella... Ahora Naomi deberá ocuparse de toda su familia, deberá protegerlos de la maldad de otros. Tal vez se pierda a si misma. O Tal vez encuentre una luz en m...