Contrario a lo que pensaba Evangelina, Isidro entendió a la perfección la propuesta de Franco. Incluso, lo veía como una oportunidad de negocio en la que ambos podían retroalimentarse.
Pero obviamente, el problema era que eso insumiría tiempo de trabajo de Evangelina.
—Y a todo esto... ¿Vos querés ayudar a ese chico, Evita? Porque si no querés, y si él de verdad lo necesita, le puedo pedir a Alan que se encargue de atenderlo. Tampoco quiero que te sobrecargues, lo último que me faltaría es tener a un periodista amigo de Dani haciendo una nota acá en la puerta, acusándome de explotador laboral —bromeó.
—¡Qué exagerado! —rio, en parte, para relajarse antes de confesarse con Isidro. El hombre no lo sabía, pero ella también veía en él una figura paterna desde que se distanció de su padre—. Y sí, quiero ayudarlo. Yo nunca se lo dije, pero hace rato que ando necesitando un giro en mi vida. Y no se asuste, no voy a renunciar —se apresuró a aclarar cuando vio que el hombre abrió exageradamente los ojos—. Justamente por eso acepté, además, de que Alan no le serviría a Franco por el hecho de que él fue el que compró la terminal.
—Entiendo... Pero hija, lo que me preocupa es que no puedas atender la caja y a este muchacho. ¿Vas a poder con todo?
—Sí, claro.
Evangelina se detuvo a analizar la posibilidad de confesarle a Isidro su pequeño secreto de la apertura, y pudo ver en sus ojos que el peligro no era el mismísimo dueño, sino el niñito mimado devenido en dueño. Y lo soltó.
—Además, si Franco viene a la mañana temprano, como hizo la primera vez, Ángel, Patito y yo estamos sin hacer nada. Los clientes no llegan hasta las nueve de la mañana, y esa hora y media la usamos para hacer cosas. Patito estudia para su profesorado, Angelito usa la cocina para hacer sus prácticas de chef, también para el instituto, y yo... Siempre hay alguna buena serie en Netflix. No perdería nada con ayudarlo.
—¿Y Alan? ¿Qué hace Alan en ese tiempo hasta que viene el primer cliente del día?
Evangelina se arrepintió al instante de confesar su pequeño gran secreto, pero no tardó mucho en salvar el pellejo de su amigo, al mismo tiempo que quizás se lo sacaban de encima en la apertura, teniendo en cuenta que ese día había expresado su deseo de responsabilizarse más por el restaurante.
—Yo le dije a Alan que era inútil que venga tan temprano, que era preferible que viniera a media mañana, y así podía optimizar su tiempo cuando este lugar explota. Espero que no le moleste lo que hice. Bueno... eso, y el hecho de que básicamente estamos robando su tiempo en ese bache sin clientes, que la mayoría de las veces es hasta las nueve. Quiero que sepa que acá si hay clientes se trabaja, solo hacemos nuestras cosas hasta el momento en que llega el primer cliente del día.
—Evita, ¿cómo me va a molestar que hagan sus cosas si no hay nadie? Es algo que debería molestarle a ustedes; Patricio estudiaría mejor en su casa, quizás Ángel estaría más cómodo en su cocina con sus utensilios, y vos podrías pasar más tiempo con Daniel. Si fueran otros empleados, faltarían cuando tienen algún examen decisivo, sin embargo, cumplen con su responsabilidad y estudian de a ratos. No podría enojarme nunca por eso, ¿y sabés también por qué? Porque yo seré de madera para estas cosas de la tecnología, pero lo que sé hacer perfectamente es revisar las reseñas del restaurante en Google, y la casilla de correo de La Escondida la manejo yo. Y tuve un montón de quejas, todas, en el rango de las cuatro de la tarde hasta el cierre. ¿Eso te dice algo?
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Eva
Romance¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible? Franco jamás conoció el amor verdadero. Evangelina lo conocía a la perfección. Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...