Por primera vez en su relación, Evangelina optó por no contestar las llamadas de Daniel. Tenía sentimientos encontrados, y sabía que ese no era el momento ni la forma adecuada para discutir cómo seguir en ese nuevo capitulo de sus vidas juntos.
Extrañamente, no le costó conciliar el sueño, y se despertó antes de que sonara la alarma. Su reloj biológico estaba configurado con los horarios de La Escondida, y comenzó a preocuparse por su futuro cercano, cuando ya no trabajara más en el restaurante. Pidió un Uber directo al aeropuerto, y todavía no le aceptaban el viaje cuando el timbre de su casa sonó. Le bastó repetir la escena de la noche anterior para encontrar el Porsche negro en la puerta del edificio. Negó con la cabeza mientras cerraba todo el departamento, tomó su maleta y bajó al encuentro.
Ismael la ayudó con el equipaje mientras Franco aguardaba en el asiento trasero, no pudo con su genio y se ubicó adelante para molestarlo en forma de juego. Cantaba junto a Ismael las canciones que la radio sintonizaba, mientras Franco suplicaba que pararan. Evangelina se despidió de su amigo como si se ausentara por años, y ya a solas con Franco abordaron el vuelo justo a tiempo.
Y grande fue la sorpresa de Evangelina al subir al avión.
—¿Primera clase? ¿No será mucho?
—Si viniera solo me calzo la capucha, auriculares y barbijo para que nadie me reconozca, y viajo en económica. Yo no soy Bruno, no tengo problema con esas cosas. Pero hoy estás vos, así que... Además te cuido de cualquier chismoso, lo único que le falta a Daniel es que te viralicen en redes viajando conmigo. Así que dejate tratar como una reina.
—Si no te molesta, quiero dormir un poco. Todavía tengo el reloj biológico de La Escondida y me levanté demasiado temprano.
—No hay problema, relajate. Quizás te siga en la siesta.
A pesar de que Evangelina estaba más tranquila luego del episodio del día anterior, Franco decidió otorgarle su espacio y no molestarla durante el vuelo. Se colocó sus auriculares, y aunque cerró los ojos no durmió. Cada tanto los abría para observarla a su lado, con la respiración pesada y los labios entreabiertos.
No pudo resistirse a correr su cabello solo para tener una vista detallada de su rostro, y cuando su dedo acarició la aterciopelada piel del rostro de la mujer que amaba, un escalofrío recorrió su cuerpo, mientras sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Suspiró frustrado y se reacomodó en su butaca, lo mejor era dejar que todo fluya, al menos ya tenía la certeza de que Evangelina comenzaba a ver la realidad en cuanto a su relación con Daniel.
Le costó despertarla cuando estaban a punto de aterrizar, realmente estaba agotada mentalmente. Ya con sus maletas y a punto de salir del aeropuerto en Montevideo, era el momento de decidir el alojamiento.
—Elegí. ¿Qué preferís?
Evangelina no entendía la pregunta. Franco puso frente a sus ojos un manojo de llaves, y su teléfono con un correo electrónico en pantalla.
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Eva
Romance¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible? Franco jamás conoció el amor verdadero. Evangelina lo conocía a la perfección. Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...