¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible?
Franco jamás conoció el amor verdadero.
Evangelina lo conocía a la perfección.
Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Afortunadamente, el chimento sobre la sexualidad de Bruno fue rápidamente opacado por el pase a semifinales de Argentina en el mundial, y obviamente, el único canal que le dedicó una nota «al nuevo amor de Bruno Antoine» fue el medio en el que trabajaba Daniel.
Detalle que no pasó desapercibido para Evangelina.
Decidió no sobrepensar acerca de su relación hasta tanto Daniel estuviera de vuelta, y se dedicó a disfrutar de su nuevo trabajo, a profundizar su amistad con Dae-myung, que cada día estaba más adaptado a su nuevo país, y a los partidos del mundial en La Escondida, como ya era cábala.
Argentina ganó holgadamente la semifinal contra Croacia, y la cita final era el domingo 18 de diciembre, a todo o nada, con el fantasma del robo arbitral ante Alemania en la final de Brasil 2014. Francia fue un rival que no se rindió en ningún momento cuando el marcador fue abierto por Argentina, que tuvo a toda La Escondida al borde de la silla, festejando en cada gol argentino y puteando cuando llegaba la réplica francesa. Por eso cuando el árbitro pitó el final del partido, los ánimos comenzaron a cambiar, y el fantasma del subcampeonato de 2014 se hacía más fuerte.
—Tranquila, todavía queda el tiempo suplementario. —Dae-myung intentaba animar a Evangelina.
—Para vos es fácil, nunca viviste esta situación con Corea del Sur o Uruguay. —Sonrió ante el recuerdo con tristeza.
—Es mi primera vez, lo admito. Porque Argentina ya se ganó mi corazón, este amor que sienten por la camiseta, la manera en la que viven cada partido como si fuera una situación de vida o muerte... ¿Cómo no encariñarme con este suelo? Vamos, que todavía no está todo dicho.
Evangelina no pudo evitar abrazarlo, arrimando su silla, y Dae-myung, que ya se había acostumbrado a esas demostraciones efusivas, la recibió en sus brazos y se acurrucó en su cuello. Se desprendió cuando visualizó a Franco volviendo a la mesa con más cerveza para terminar de ver el partido, no quería que su jefe se enojara con él por encontrarlo en una situación comprometedora con la mujer de la que estaba enamorado.
Pero el partido tampoco terminó en los 120 minutos, y mucho menos las esperanzas del pueblo argentino, luego de revivir tras la magnífica atajada del Dibu Martínez en el minuto 123. La copa comenzaba a ser un sueño vívido, pero todavía faltaba la definición en los doce pasos.
Por pura inercia, Evangelina tomo fuerte la mano de Franco para ver la serie de penales, y ninguno despegó la vista de la gran pantalla. Por un momento Franco olvidó cuánto amaba a Evangelina, y ella igual. Sus corazones latían a mil por hora, y ambos reforzaban el agarre ante cada gol convertido o errado. De hecho, a ambos les costó caer en la realidad cuando Montiel convirtió el último penal en gol, y todo el equipo argentino salió corriendo hacia el campo de juego.
Argentina tenía la tercera estrella. Era campeón del mundo.
Evangelina aflojó el cuerpo, soltó a Franco, se cubrió la cara con ambas manos y comenzó a llorar como si hubiera muerto un ser querido. Pero de alegría. Franco estaba tan eufórico que la atrajo contra sí y la abrazó.