Habían llegado demasiado lejos.
Ambos.
Franco luchaba con la impotencia de haber jugado su alma a todo o nada en una mano. Y se sentía vacío, porque perdió la partida y el alma que había apostado. Y como premio consuelo, allí en el baño estaba su camiseta 23 de Lanús, aún húmeda en el piso junto al jacuzzi. Dondequiera que miraba, su mente ponía imágenes del fin de semana vivido. Fue muy alto el precio que pagó por jugar a tenerla, y era momento de pagar las consecuencias.
Del otro lado del dique, Evangelina no hacía más que dar vueltas en la cama, si el abandono de Daniel era demasiado para ella, haber probado a Franco como compañero de vida fue similar a la sensación ludópata que experimentaba él. Solo que en su caso, sabía que el precio a pagar para tener el mejor compañero de vida que una mujer puede tener, era tan caro que en ese momento no estaba en condiciones de pagarlo. Porque Franco era todo lo que una mujer necesitaba para sentirse completa. Un hombre dulce, romántico, gracioso, desinteresado, y cuando las luces se apagaban, el mejor amante que haya recorrido su cuerpo. Todavía sentía espasmos de solo recordar su imponente cuerpo desnudo, esa mirada seria e intensa con que la tomaba de la mano y la llevaba al cielo, o cuando no dejaba de repetir cuánto la amaba, mirándola a los ojos, mientras la hacía suya una y otra vez.
Pero nada bueno podía empezar si Daniel seguía en su vida, o eran acosados por la prensa.
El primer lunes del año representaba un desafío para ambos, volvían a verse las caras en público después de haber sido amantes de fin de semana. Evangelina se sentía peor que en sus primeros días con él, a pesar de que ya estaba acostumbrada a ese tipo de incertidumbres. La primera fue cuando Franco comenzó el proyecto de los Orson aquella mañana en La Escondida, la segunda cuando fue por primera vez a sus oficinas, y en esa oportunidad sería la tercera, luego de conocerse a piel desnuda y abandonarlo cobardemente con un correo electrónico.
Evangelina trató de comportarse de manera normal al llegar a la oficina, aunque no tenía ánimos de socializar como cualquier día, no podía permitirse que alguien le diga «¿Estás bien?», porque estaba tan frágil que se largaría a llorar sin explicación. Su mayor desafío era Dae-myung, porque el joven la conocía un poco más que el resto del equipo, pero corrió con la suerte de que se distrajo hablando con el resto de los chicos, compartiendo los chocolates que trajo de su viaje a Uruguay. Aprovechó para tomar uno y que nadie sospeche que lo único que quería era hundir la cabeza en su MacBook, aguardando por el momento de ver en qué estado quedó Franco luego de su correo. Porque lo conocía, y la tonalidad de la respuesta que le envió hablaba más que las palabras que contenía.
Trabajaba en la presentación de Powerpoint para los futuros paquetes de Eva, cuando finalmente Franco apareció en la oficina.
—Buen día, chicos.
—Buen día —respondieron todos al unísono.
Si bien Franco había utilizado un tono neutral, inofensivo para el resto, para Evangelina fue letal. Se giró para observarlo, después de haberlo visto por última vez dormido en su cama. Y eso que había escuchado en su tono, lo vio reflejado en su cara. Ya no era cansancio de amarla, era rendición y aceptación.
Utilizando sus palabras, lo había hecho mierda.
Necesitaba encontrar un espacio para hablar con él, explicarle de su boca la razón por la que decidió retroceder, pero no sabía cómo acercarse sin que su propio calvario quedara expuesto al resto de sus compañeros. Que el jefe esté con un mal día puede pasar en cualquier empleo, que el jefe y su mano derecha, aquella de la que él estaba enamorado, también lo esté, daba lugar a especulaciones. Porque dos más dos son cuatro, y tampoco podía medir cuánta gente sabía que Franco estaba enamorado de ella. Trató de controlar las respiraciones y dejó fluir la situación, quizás era él quien inventaría alguna excusa para apartarla y hablar.
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Eva
Romance¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible? Franco jamás conoció el amor verdadero. Evangelina lo conocía a la perfección. Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...