Treinta y ocho

87 13 60
                                    

Franco se sorprendió cuando la puerta de su oficina se abrió y entró Ismael, quien no pudo resistirse a mover la cabeza y terminar su entrada con algunos pasos de baile

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Franco se sorprendió cuando la puerta de su oficina se abrió y entró Ismael, quien no pudo resistirse a mover la cabeza y terminar su entrada con algunos pasos de baile. La siguiente pista era de Los Ángeles Azules, y también hablaba de corazones rotos.

—Uh, alto tema.

Ismael coronó sus palabras con algunos pasos de baile hasta llegar a Franco, solo para romper el hielo antes de comenzar a hablar.

—¿Pasó algo? ¿Hay algún problema? —preguntó Franco, ligeramente incómodo por la irrupción de Ismael.

—Eso debería preguntarte yo a vos... ¿Estás bien, hermano?

Franco soltó una risa sarcástica, echándose para atrás en su silla.

—No puedo creer que mi hermano te mandó de niñera.

—Sí, me mandó de niñera con sueldito incluido, y lo mandé a la mierda. Estoy acá porque quiero, no porque me obliga él. Sé lo de Eva, y no porque me lo haya dicho Bruno, me di cuenta solo.

—O sea que vengo quedando como un gil desde hace meses. Lo sabías vos, mi hermano, de seguro todos los chicos de La Escondida... ¿Cómo mierda pude ser tan obvio? Se me cae la cara de vergüenza de solo pensar la cantidad de gente que sabía lo que ni yo mismo sabía.

—No es tan así, Eva de seguro no lo sabe, y eso es lo que tiene que importarte ahora.

—¿Qué te hace pensar que ella no está riéndose de mí a mis espaldas?

Ismael suspiró, tomó una silla y se sentó junto a él.

—Bueno, parece mentira lo que voy a decir, pero conozco demasiado a las mujeres. Razoná conmigo. Evangelina está casada, y muy felizmente casada, lo veo en su Instagram, en el noticiero del marido... Si Eva hubiera visto una pizca de intenciones en vos, te hubiera marcado la cancha, y no por vos, sino por ella. Para ahorrarse una pila de explicaciones con su marido. Quizás los compañeros se dieron cuenta, pero evidentemente tampoco se lo dijeron. Ahora, ¿en serio no sabías quién era?

—Te juro que no... No miro televisión, no tengo redes sociales...

—¿Y por eso te abriste una cuenta en Instagram? ¿Para dejar de vivir adentro de un termo? —bromeó para aliviar un poco la situación.

—No... Voy a jugar sucio. Quiero que se enamore de mí. Solita. Quiero que vea que yo puedo darle una vida mejor de la que tiene.

—Hermano... Eso es muy bajo...

—Lo sé... Así me robaron al amor de mi vida hace ocho años. El amiguito fiel, el incondicional, ese que estaba cuando yo no podía porque estudiaba y trabajaba para pagar las cosas del bebé en camino...

—¿Tenés un hijo? —exclamó Ismael, sorprendido.

—Murió en su vientre a los ocho meses. Y con él murió mi relación con ella, no la escuché cuando me decía que el bebé no se movía, le dije que esperara que terminara con mis clases... Y obviamente no esperó, ¿y quien estaba ahí para contenerla?

EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora