—¿Qué pasó, puber? ¿Al final te arrepentiste y fuiste a trabajar? ¿No ibas a ver a papá? ¿Qué pasó?
—Una pregunta a la vez, ¿puede ser? —expresó Bruno, arrojando el sobretodo y el morral sobre la barra de la cocina—. ¿Y vos? ¿Desde cuándo cocinás?
—Desde que Estelita me enseñó a hacer hamburguesas caseras, o sea, hoy a la mañana. Me hizo una de almuerzo y de paso me explicó su receta secreta, esas que comíamos de chicos en lo de Juli, ¿te acordás?
—Sí... Ninguna hamburguesa superó a esas que nos hacía en la plancha de hierro sin mango que tenía, qué ricas que eran.
—Bueno, la que comí hoy me llevó de vuelta a los diez años. Esa plancha era su secreto, y mirá esto. —Franco se agachó y sacó de un mueble una plancha similar a la de Estela—. Me llevó a comprar una después de enseñarme, la eligió ella, así que estimo que van a salir iguales.
—Vas a llenar todo de humo, Franco. ¿No te acordás cómo quedaba la cocina de ella? Se van a encender los aspersores y vas a hacer un desastre.
—Para eso está el extractor, puber —aclaró entre risas—. Estela no tenía, por eso la humareda. Ahora, ¿por qué no fuiste a ver a papá? ¿Pasó algo en la oficina?
Bruno soltó un largo suspiro y enredó los dedos en su cabello, provocando que su peinado se desarmara para acabar con un aspecto similar al de Franco.
—Mejor me voy a duchar, si te cuento todo ahora vamos a comer a cualquier hora y necesito descansar. Mañana no puedo faltar, mucho menos llegar tarde. Ah, y te necesito conmigo en la oficina, así que mejor andá avisando en el restaurante que no cuenten con vos, al menos mañana.
—No tenía pensado ir, necesito depurar el código de Orson. Y ahora que lo recuerdo, no le avisé a Eva. Ahora la llamo.
Bruno abandonó la cocina, y Franco fue en busca de su celular para llamar a Evangelina. Miró la hora en la pantalla de su móvil, con el invierno en su esplendor era más difícil calcular la hora en base al sol, y no quería incomodarla llamándola en un horario inapropiado. Faltaban algunos minutos para las ocho, así que discó sin problemas.
—Hola, Fran.
—Eva... ¿Cómo estás? Disculpá la molestia a esta hora, es que hoy me olvidé de decirte que hasta el lunes no vuelvo a La Escondida. Mañana vuelve Patricio, ¿no? Si me necesitás...
—Se nota que no le das bola al grupo de WhatsApp —rio al otro lado de la línea—. Tranquilo, mañana vuelve, ya está mejor.
—Perfecto, me quedo más tranquilo. Planeo trabajar en el código de Orson, y mi hermano me necesita en la oficina. No sé bien para qué, y no te voy a negar que me asusta un poco, pero si me pidió que vaya a primera hora seguro es algo importante.
—En serio, no te preocupes por nosotros. ¿Te espero el lunes entonces?
—Sí, si todo sale bien y no me encuentro con ninguna sorpresa, el lunes hablo con Alan para secuestrarte en mi oficina.
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Eva
Romance¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible? Franco jamás conoció el amor verdadero. Evangelina lo conocía a la perfección. Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...