¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible?
Franco jamás conoció el amor verdadero.
Evangelina lo conocía a la perfección.
Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...
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Finalmente, el pitido del árbitro sonó, la pelota comenzó a rodar, y el mundial FIFA Qatar 2022 comenzó. Y tal como lo predijo Alan, la clientela subió considerablemente en los horarios de partido. Muchos comensales se sentían atraídos cuando al pasar caminando casualmente por la calle veían la pantalla gigante con los partidos, y eso atraía clientes, además de curiosos que pispeaban los partidos desde la vereda sin consumir.
Argentina perdió el primer encuentro con Arabia Saudita, aquel que excepcionalmente los hizo abrir a las seis y media de la mañana para que todos pudieran ver el partido antes de entrar a trabajar en los alrededores, pero la suerte del equipo de Scaloni cambió en los partidos siguientes. Y el último partido de la fase de grupos, justo coincidió con el último día laboral de Evangelina y Patricio, el treinta de noviembre frente a Polonia.
El golpe emotivo fue mucho más leve, porque ninguno notó que el partido comenzaba a las cuatro de la tarde, su horario de salida habitual. De hecho, los dos siguieron trabajando después de hora como autómatas, embobados con el partido. Y Franco, que sí lo advirtió, no quiso remarcarlo para que justamente ninguno de los dos cayera en la realidad de que su ciclo laboral en La Escondida ya había culminado, y ellos seguían ejerciendo sus funciones habituales.
Recién cuando juntaron sus cosas para retirarse, cayeron en cuenta al ver el rostro emotivo de Alan. No faltó alguna lágrima por parte de Evangelina, agradeciendo por todos los años compartidos, y la sonrisa nerviosa de Patricio, que también luchaba por no llorar en público. Franco se acercó a alivianar el momento.
—Y al final te la llevaste. —Alan le reprochó cariñosamente a Franco—. Cuidala, hermano, sino me la traigo de vuelta como administradora, que esa era mi idea para el día que quedara a cargo.
—Basta, idiota, no me hagas llorar más —protestó Evangelina entre risas y lágrimas—. Igual, no te vas a deshacer de mí tan fácilmente, voy a trabajar a un par de cuadras, ya vamos a venir a descontrolarte todo con el equipo de desarrollo.
—Yo no voy a estar tan cerca, pero cada tanto me voy a pegar una vuelta. Eso sí, no me hagas pasar papelones cuando venga acompañado.
—Uy... No me digas que tenés a alguien dando vueltas por ahí —lo molestó Evangelina.
—En eso estamos —aclaró, comenzado a sonrojarse y bajando la mirada—. Espero que este sea un buen lugar para una primera cita.
—Mandame un WhatsApp y te aparto una linda mesita.
Se despidieron todos en la vereda entre risas y lágrimas, y cuando Evangelina estaba a punto de partir caminando a su casa, Franco la detuvo.
—Evi... ¿Tenés algo que hacer ahora?
—No... ¿Prepararme para mi primer día de trabajo oficial en Chanchi, tal vez?
—¡Ay, por favor! Hace rato sos del equipo, ¿qué te cambia? El contrato es un papel. En serio, ¿tenés algo que hacer? ¿Daniel te espera para llamarte?