¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible?
Franco jamás conoció el amor verdadero.
Evangelina lo conocía a la perfección.
Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...
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—¡Franco! ¿Estás en pedo? ¡Es mucha guita esto! Claramente hay un error del banco, me depositaron de más, no puede ser ese número.
Franco observaba el saldo en la tarjeta de débito en la pantalla del cajero, sacando cuentas mentales, mientras Evangelina lo miraba a él, tan tranquilo con sus dedos índice y mayor sosteniéndose la barbilla.
—No, al parecer está bien. Vi tu informe de horas, más el pago de tus dibujos... Sí... Números más, números menos... Está bien.
—¡Es casi un palo! ¡¿Están todos locos?!
—Gritalo más fuerte, así los chorros se enteran y nos hacen una salidera bancaria.
Evangelina giró la cabeza, y tenía la atención de la fila que aguardaba para usar el cajero. Canceló la operación, ubicó su nueva tarjeta en la billetera, y salió del pequeño recinto vidriado seguida de Franco, cruzado de brazos y bajando la cabeza porque había detectado gente que lo reconoció, y no era el día ideal para ser simpático y prestarse a selfies.
—¿Te llevo a tu casa? —preguntó Franco mientras caminaban de regreso al estacionamiento.
—No, hoy me toca ir a tu oficina, los chicos me esperan, y si no me necesitan, igual me tomo unos mates con ellos.
—Entonces vamos, yo tengo que ver a Bruno, no sabe que volví. Mala idea no avisarle, ya veo que Ismael todavía...
Y se frenó en seco, estaba a punto de revelar el gran secreto de su hermano. Lo que no sabía era que Evangelina estaba al tanto.
—No te preocupes, no viven juntos —aclaró para sorpresa de Franco—. Deciden día a día en qué casa pasan la noche.
—¿Vos sabías qué...?
Evangelina asintió con la cabeza.
—Me di cuenta, ninguno de los dos sabe fingir una pelea. Y ni hablar de cómo se miran... —agregó suspirando—. Me encantan como pareja.
—Guau... Me perdí de muchas cosas por no escribirte.
—Bruno es mi bestie tres, porque el dos es Ismael. ¿No te habló de mí?
Franco evitó mencionar por qué Bruno no le hablaba de ella, era faltar a su promesa de no volver a mencionar sus sentimientos.
—No, Bruno no es de hablar sobre sus amistades, mucho menos de sus parejas. Con Ismael no le quedó otra opción porque es cercano a los dos, si hubiera sido un desconocido para mí no me enteraba hasta que le rompiera el corazón.
—Sí, me di cuenta de eso. Pero yo le tiro la lengua tanto que termina soltando la sopa.
—Me alegra que también estés en su vida. Necesitaba una amiga como vos, conmigo no habla mucho de sus cosas, quizás lo ayudes a soltarse.