Cuarenta y ocho

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Cámaras

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Cámaras. Cámaras por doquier.

Si había algo que tanto Franco como Evangelina odiaban eran las cámaras y la exposición mediática.

Y ambos estaban rodeados de cámaras, apenas pusieron un pie en el lugar no había otra entrada que no fuera la alfombra roja atestada de periodistas de espectáculos. Franco, por ser uno de los primeros en llegar, obtuvo toda la atención de los cronistas, que estaban muy interesados en saber cómo venía su vida amorosa.

En realidad, la de Bruno. Aprovechó para aliviar un poco la presión de la prensa rosa en la vida de su hermano.

—Solo estoy bien, en este momento toda mi energía está concentrada en el proyecto que está llevando a cabo mi hermano para optimizar el proceso de venta, desde emprendedores y minoristas hasta grandes cadenas. Pronto habrá novedades.

Y salió disparado hacia el interior, sin posibilidad de repreguntas por parte de los periodistas. Había superado la primera prueba de fuego: la prensa. Iba por la siguiente: los organizadores del evento.

Fue mucho más simple, estaban tan deslumbrados por estar frente al supuesto Bruno, que todo lo que Franco decía era un sí rotundo, acompañado de una amplia sonrisa. Luego de preguntar si se lo requería para algo más como patrocinador, ante la negativa pidió que le indiquen la mesa en la que se ubicaría.

—Mierda.

Primera fila, a la derecha del escenario, en la otra punta de la salida a los servicios. Era hora de sacar el gemelo a flote.

—Disculpá. —Interceptó a una de las organizadoras—. Ya que todavía no llegaron los nominados, ¿puedo cambiarme de mesa? Misma ubicación, pero prefiero a la izquierda.

—Eh... Va a ser difícil porque esta mesa ya está reservada.

—No importa, movelos a todos los que están conmigo.

—Es que...

—Es que sino voy a vivir cruzándome en cámara cada vez que mi celular suene, y no creo que quede bien en la transmisión que yo ande deambulando delante del escenario, ¿no?

La mujer sonrió nerviosa, mientras se rascaba la nuca dubitativa. Observó la carpeta que tenía en la mano, y a continuación emitió una orden por el handy que colgaba de su cintura. En menos de cinco minutos, Franco en modo Bruno caprichoso, había logrado el enroque de mesas. Se acomodó en su silla justo del lado de la pared, y cerca de un monitor con la transmisión televisiva del evento, justo en el momento en que comenzaban a desfilar los primeros nominados por la alfombra roja.

Entre ellos, Daniel y Evangelina.

Podía notar la incomodidad de ella, quien intentaba relegarse para darle protagonismo a su esposo, pero pudo percibir como él la atraía contra sí, y contra su voluntad. Evangelina sonreía incómoda mientras Daniel se llenaba la boca hablando de su padre, y no lo dudó. Era hora de hacerle saber que no era la única que estaba allí por obligación. Se levantó como accionado por un resorte, y se acercó hasta el final de la alfombra roja, fuera del ojo inquisidor de la prensa. Se colocó de espaldas en el hall de entrada, intentando a su vez pasar desapercibido, quería que sea ella quien lo reconociera primero como Bruno o Franco, no importaba. Pero sucedió algo que no esperaba en absoluto, aunque lo imaginaba.

EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora