Franco no era el único aburrido esa noche de sábado. Ismael había perdido tanto tiempo buscando una buena película para ver en todos los servicios de streaming que tenían contratados los gemelos que finalmente se rindió y terminó sintonizando la entrega de premios, solo por el morbo de ver a Franco en la piel de su hermano.
Pero también rompió el medidor de aburrimiento.
Con la mirada fija en la gran pantalla de televisión, sin prestar atención a la emisión de la ceremonia, se sintió como un fracasado por estar cuidando a su jefe una noche de sábado. ¿En qué clase de perdedor se había convertido? Y no solo eso, también comenzaba a sentir el peso de la soledad. Si hubiera tenido una pareja no estaría allí cuidando a Bruno mientras veía la gala del Martín Fierro de cable.
Debía encarrilar su vida, aprovechando que tenía un buen trabajo. Pero, ¿por dónde comenzaría si apenas tenía tiempo libre?
Y no era el único con ese sentimiento aquella noche. Bruno había despertado de su siesta, ligeramente mejor porque había vuelto su apetito, y también se sintió como un idiota por no tener un afecto que lo acompañara en su enfermedad. No lo culpaba a Franco, pero comenzaba a abrirse la herida de su último desamor. Entre curioso y memorioso, tomó su celular y buscó el perfil de su ex, le extrañó comprobar que todavía lo seguía, y esa sonrisa pícara se borró al ver sus últimos posteos, donde mostraba con orgullo a su nueva pareja.
No podía seguir así.
Se levantó de la cama, y se internó en el baño dispuesto a darse una ducha que lo ayudara a recuperarse. Ismael no lo escuchó, estaba muy concentrado buscando alguna cita interesante que quisiera compartir la tarde de domingo con él, cuando acabara de cuidar a su jefe. Pasaba y pasaba las fotos, hasta que una en particular llamó su atención. Estaba de lado, pero con la cabeza girada en sentido contrario a la cámara. La luz tampoco ayudaba, solo se veía con claridad la ciudad por la ventana porque era evidente que la habitación estaba a oscuras. Leyó la descripción del perfil.
BA 30
Sé lo que estás pensando y no... No es necesario que veas mi foto, sepas mi nombre ahora, o veas a cuánto estoy de distancia.
Antes de contactarme, deberás aceptar lo siguiente:
✅ No me pasearé de tu mano, ni te mostraré en redes sociales. Sí, sigo en el 🚪.
✅ Soy una máquina de trabajar. Probablemente cancelaré citas, llegaré tarde, cansado, y sin ganas de tener sexo.
✅ A colación de lo anterior, a veces necesito una caricia, un beso, o una palabra de aliento para saber que todo va a estar bien.
En conclusión: no busco un encuentro casual. Busco un amor que sepa ser una pausa en mi caótica vida. Si estás de acuerdo con esto, adelante. Espero tu mensaje.
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Eva
Romance¿Qué siente un hombre que lo tiene todo y lo único que le falta es un imposible? Franco jamás conoció el amor verdadero. Evangelina lo conocía a la perfección. Una propuesta laboral. Una confusión. Una buena amiga y un enamorado luchando por sacar a...