El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Dr. Tendo (segunda parte)

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Dr. Tendo

(segunda parte)

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Varias horas después la puerta del laboratorio del doctor Soun Tendo se abrió el espacio suficiente para que un pálido y sudado Ranma Saotome saliera. Antes de que el muchacho abandonara la estancia por completo, el doctor lo detuvo poniéndole una mano en el hombro.

—Ranma —le susurró —, hoy, después de la cena, comenzaremos.

—¿De-Después de la cena? —inquirió Ranma.

—Claro, siempre es mejor trabajar con el estómago lleno, ¿verdad? —Soun Tendo soltó una carcajada.

Ranma se alejó con pasos inseguros, avanzando por el penumbroso pasillo, hasta que comenzó a correr y subió la escalera a grandes zancadas, corriendo hacia el baño, vomitando en el inodoro todo el desayuno que la amable Kasumi le había dado unas horas antes.

Cayó de rodillas al suelo, estremeciéndose todavía al pensar en los trozos de cuerpo humano guardados en frascos por el doctor Tendo y los demás horrores que había visto en aquella habitación. Las monstruosas abominaciones que aquel hombre había fabricado solamente para lograr... «revivir» a su fallecida esposa. Ahora comprendía por qué el doctor Tendo nunca había querido contratar como asistente a su hija Akane, mucho mejor preparada que él, tal y como Nabiki se lo había hecho notar esa mañana mientras desayunaban. No, claro que no podía tenerla como asistente pues ella...

Ranma tragó saliva, sintiendo el desagradable regusto ácido en su boca y se pasó la manga por la frente para secarse el sudor. Se levantó a duras penas, tirando la cisterna que hizo caer el agua por la taza del baño; luego se enjuagó la boca y se lavó la cara con el agua helada del grifo.

—Debo... debo irme de aquí —susurró mirándose en un pequeño espejo de marco de madera labrada que había en el cuarto de baño.

Se dirigió a su habitación y guardó nuevamente sus pocas pertenencias en la maleta, tirándolas dentro sin ningún orden, ¡debía irse cuanto antes! Con suerte conseguiría un coche en el pueblo que lo llevara para alcanzar a tomar el último tren de la estación a la hora de la cena.

Pensar en la cena hizo que Ranma recordara también la conversación con Tendo. Se acercó a la ventana y observó el grisáceo paisaje exterior donde la lluvia caía con fuerza. Desde la altura de la mansión el pueblo apenas se vislumbraba.