El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Ambrosía

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Ambrosía

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La cucharita entró en el helado hiriendo la cremosidad de la superficie con alevosía. Luego fueron los labios pequeños y sonrosados los que se encargaron de entibiar la aparente frialdad que lo envolvía y con la lengua acabaron derritiéndolo a suaves chupadas, para extender por el paladar la dulzura electrizante de los sabores de gloria contenidos en una porción tan pequeña.

La copa de helado vibraba reteniendo el exquisito manjar, sudando frío al ser despedazada, cucharada a cucharada que devoraba su néctar. La sabrosa crema se deshacía entre las estocadas de metal de la cucharilla que revolvía alegre las cavidades palpitantes de tanto dulce veneno.

El chocolate se resquebrajaba abriéndose deseoso ante lo inevitable y la cereza rodó de un extremo al otro del cristal, jugando a ser perseguida y torturada, roja como una virgen pudorosa. Pero la cuchara triunfó envolviéndola y fue retenida entre los dientes blancos y afilados que oprimieron la pulpa con gozo, y todo el jugo de la fruta se derramó, extasiado, succionado por los bellos labios implacables, que se entreabrían y cerraban, cada vez más fríos, pero envalentonados por el dulzor del postre.

Una gota se derramó por la comisura y la lengua, coqueta y osada, la atrapó contorsionándose, haciendo un floreo con la punta y deslizándose luego por los labios, para retener toda la crema que podría haberlos mancillado.

Mientras se pasaba la servilleta de papel por las esquinas de la boca, Akane se dio cuenta de que Ranma la observaba casi sin moverse.

—¿Estás bien? —le preguntó—. Ranma... ni siquiera has tocado tu helado.

—Yo...

Él apartó la vista sonrojado, con los ojos muy abiertos, casi sudando ante las idioteces que se imaginaba. Y para tortura suya, recordó la lengua de Akane curvada, pasando lentamente por los labios para lamer la crema.

Ella soltó una risita y Ranma volteó a verla.

—Es increíble —comentó Akane—, ¿tanto te cuesta comer helado siendo chico?

Él gruñó y tomando la cuchara se llevó un poco de helado a la boca.

—Creí que te encantaba el helado —dijo Akane raspando con la cuchara el final de su copa.

«Demasiado», pensó Ranma, mientras el helado se disolvía en su paladar caliente.

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FIN

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Nota de autora: Un pequeño Ranma y Akane dulce y caliente al mismo tiempo. Confieso que me encanta experimentar con esta narrativa que juega más con las palabras, los significados y las metáforas, es un lindo ejercicio ver cuánto uno es capaz de hacer.

Agradezco enormemente sus lindos comentarios en mi obra siempre, sin importar si son grandes capítulos o pequeños.

Nos vemos mañana.

Romina