El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Los recuerdos se van

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Los recuerdos se van

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Shinnosuke puso sus pocas pertenencias en un atado, dejó a su abuelo bien arropado y con muchas provisiones, y salió a cumplir con su destino: visitar a Akane. Iba con los ojos resplandecientes y el mentón en alto, con el corazón latiéndole apresurado porque por fin le iba a confesar que la amaba.

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Al llegar a Nerima se sintió extraño y casi perdido entre tanta gente y edificios, pero con empeño buscó las callecitas laterales que llevaban al dojo Tendo, y ahora por fin podía contemplarlo de frente, una hermosa construcción tradicional con el toque de modernidad justo de la época. Llamó a la puerta y esperó ansioso.

Cuando por fin la puerta se abrió estaba casi seguro de que vería el hermoso rostro de Akane sonriéndole, pero se quedó estupefacto. Frente a él había una mujer hermosa, con el cabello castaño sedoso y brillante, los ojos enormes y de mirada tierna y una sonrisa dulce que lo deslumbró golpeándolo en el corazón repetidamente con las flechas del amor. Se quedó con la boca entreabierta sin poder evitarlo.

Kasumi sonrió y esperó un momento a que él hablara, como no decía nada, entonces ella dijo:

—Hola, ¿necesitas algo?

Él seguía sin responder, perdido en el brillo de los ojos de esa mujer espectacular que había tenido la bendición de poder ver frente a frente.

Al observar su frugal equipaje Kasumi alzó las cejas con sorpresa y luego su sonrisa se ensanchó con amabilidad.

—Ah... debes ser Shinnosuke —comentó—. Akane me dijo que vendrías. Pasa por favor, ella no tardará en llegar de la escuela.

Él la siguió al interior de la casa embelesado, con un solo pensamiento «ella sabe mi nombre».

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—Shinnosuke me escribió, pronto vendrá a visitarnos —le comentó Akane a Ranma cuando caminaban regresando de la escuela.

El muchacho torció la boca en un gruñido y se puso las manos detrás de la cabeza, andando despreocupado.

—¿Y para qué va a venir ese? —dijo.