Rencor

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Rencor

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—¡Si alguna se acerca a Akane de nuevo la mataré! —gritó Ranma con todas sus fuerzas.

Kodachi se detuvo, respingando la nariz, como si la frase no hubiera sido para ella sino para las demás. Ukyo y Shampoo abrieron la boca asombradas.

—Hijo —Nodoka se acercó a Ranma y le puso una mano en el hombro—, deja eso para después, ahora debes estar con Akane.

Él miró a su madre y después a su prometida, que lo miraba como si no lo reconociera, incrédula ante las palabras que había oído. La chica se arrebujó más en el suéter que Kasumi le había llevado al hospital, en su rostro pálido eran más visibles las heridas que ya estaban cicatrizando, y los moretones. Ranma asintió, envolvió a Akane con un brazo y la acompañó al interior de la casa. Todos se quedaron en silencio, Kasumi y Nabiki fueron las primeras en moverse y seguir a la pareja de prometidos, antes de eso Nabiki le echó una larga y profunda mirada muy seria a Ukyo, Shampoo y Kodachi.

—¿Cómo se atreven a venir aquí? —preguntó Soun Tendo con amargura—. Ustedes podrían haber matado a mi bebé...

—Calma, amigo Tendo —lo tranquilizó Genma—, vamos adentro con los muchachos.

Ukyo hizo ademán de avanzar cuando Soun y Genma se dieron la vuelta para entrar en la casa, pero Nodoka se interpuso en su camino.

—Señora Saotome, yo... quiero que sepa que...

—Deben comprender que no son bienvenidas en esta casa —sentenció Nodoka con una mirada dura—. Mi hijo no olvidará lo que hicieron.

Se volteó y anduvo con los cortos pasos que le permitía su kimono, siempre manteniendo la compostura y la dignidad.

Las tres chicas se quedaron de pie en la calle. Ukyo observó con tristeza a Shampoo y meneó la cabeza apesadumbrada. La amazona tenía el rostro sombrío.

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Ranma observó por la ventana del cuarto de su prometida cómo el cielo se iba tiñendo de naranja y violeta a medida que la luz se iba. Akane, metida en la cama y recostada sobre las almohadas, miraba su perfil serio, con las ojeras marcadas por haber pasado tantas noches sin dormir bien, siempre junto a su cama en el hospital. Akane se mordió los labios sintiéndose culpable.

—Ranma... deberías bajar, la cena debe estar lista —comentó ella.

Él se volteó a mirarla como si hubiera emergido desde los profundos y oscuros pensamientos donde estaba sumergido. Sus ojos brillaron al mirarla.

—Sí, traeré la comida para que ambos comamos aquí.

—No es necesario —se apresuró la chica.

—Akane... debo cuidarte —insistió él—. Luego traeré un saco de dormir para pasar la noche aquí contigo.

—Yo...

Akane tartamudeó bajando los ojos, Ranma se sonrojó.

—No es... no quería decir que...

—Entiendo, Ranma.

—Es solo que no puedo dejarte sola. Ya una vez lo hice y...

Ranma apretó las manos, empuñándolas hasta que los nudillos crujieron. Su mirada se perdió de nuevo en el cielo que se veía a través de la ventana.

—Está bien —aceptó Akane con las mejillas coloreadas—, hazlo si te hace sentir mejor.

—Mucho.

Akane levantó la cabeza y miró a su prometido.

—Era mi deber cuidarte, y no lo hice bien. Pero ahora nadie me apartará de tu lado —sentenció Ranma con los ojos brillando con convicción.

Akane volvió a sonrojarse, pero no podía evitar que su corazón se sintiera bien con esas palabras.

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En la noche Ranma estaba sentado en la silla ante el escritorio de Akane, observando dormir a su prometida. La chica se removía entre las sábanas, tan inquieta como siempre. Pero era buena señal porque mientras estuvo internada siempre estaba sedada y quieta, casi como si estuviera muerta.

Ranma se mordió los labios, no quería pensar en eso. Se levantó y caminó sigiloso hacia ella, quedándose de pie mirándola como ausente, comprobando que estuviera profundamente dormida; cuando estuvo seguro salió de la habitación sin hacer ruido.

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Ukyo sacó la basura para terminar de cerrar su local de okonomiyakis. Las luces ya estaban apagadas dentro del restaurante. Ella se quedó un momento contemplando las estrellas, pensativa, luego se dio la vuelta y se encontró de frente con alguien. Ukyo frunció el ceño sin entender.

—¿Qué...?

No pudo terminar de hablar. Le cubrieron la boca con una mano. Ukyo intentó resistirse, pero un brazo de acero la envolvió, inmovilizándola. La arrastraron al interior del local y cerraron la puerta.

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continuará

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Nota de autora: Espero que les guste esta pequeña historia, un poco distinta a lo que he escrito hasta ahora aquí en El año de la felicidad.

Gracias a todos los que siempre me leen y me escriben, agradezco todos sus saludos y buenos deseos, la estamos pasando muy bien y descansando mucho luego de un año de mucho trabajo de escritura, jeje. Un apretado abrazo para todos ustedes.

Nos vemos mañana.

Romina

El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora