El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Yojimbo (parte 13)

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Yojimbo

(parte 13)

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Kodachi Kuno estaba sentada ante su escritorio en su oficina en el gran edificio de la compañía del clan Kuno. Había esparcido una serie de fotografías sobre la mesa, como si se tratara de barajas, pero todas con la imagen hacia abajo, para no poder ver lo que contenían. Su boca pintada de rojo esbozó una sonrisa.

Su secretaria, Konatsu, golpeó suavemente la puerta y entró, llevando un jarrón con una docena de rosas negras.

—Señorita Kodachi, sus rosas negras frescas —anunció.

—Ah, sí —Kodachi levantó la cabeza y estiró el brazo lánguidamente, la manga de su yukata cayó rozando el escritorio—, déjalas allí —replicó moviendo su blanca mano.

Konatsu, obediente, acomodó el jarrón en una esquina del escritorio. Luego sacó su libreta y su bolígrafo.

—Señorita, ¿alguna instrucción en particular para hoy? —preguntó.

—Aún lo estoy pensando, Konatsu —respondió despacio su jefa—. Esos malditos Tendo siguen siendo un molesto mosquito en mi oreja que no me deja dormir por las noches, y desvelarse es muy malo para la piel. Sobre todo para alguien tan hermosa como yo. ¡OJOJOJO!

—Sí, claro, señorita —dijo Konatsu poniendo cara de circunstancia.

De nuevo, golpearon a la puerta, esta vez quien entró fue Tatewaki Kuno, sonriendo ampliamente.

—¡Oh, hermano mayor! —exclamó Kodachi emocionada, moviendo con discreción unas carpetas para ocultar las fotografías sobre su escritorio—. Qué agradable cuando vienes a visitarme. ¿Quieres un poco de té?

—No, no es necesario, querida hermanita —replicó Kuno.

Echó una mirada a Konatsu, que también lo miró de reojo. Todos se quedaron en silencio durante un momento.

—Ya puedes retirarte, Konatsu —dijo Kodachi, moviendo de nuevo su mano.

Hasta que la secretaria salió, Kuno la observó con una mirada de sospecha. Después se sentó en la silla frente al escritorio de su hermana.

—Siento una inexplicable desazón, hermanita —habló Kuno—, y cada vez que veo a esa muchacha el sentimiento crece, adueñándose de mi corazón. Me pregunto si es adecuado que la tengas bajo tu cuidado.