El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Magical Megami Puri contra las Fuerzas del Mal

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Magical Megami Puri

contra las Fuerzas del Mal

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En el solitario patio del instituto Furinkan a mitad de la noche, la chica vestida con una corta faldita tableada que apenas le llegaba por debajo del glúteo y una diminuta chaqueta abotonada que dejaba al descubierto una parte de su estómago, dio un salto. No fue cualquier salto, sino uno imposible para cualquier ser humano, pues llegó hasta el techo del gimnasio. Cayó flexionando las piernas, los tacones de las botas apretadas a la pierna, que llegaban hasta arriba de las rodillas, absorbieron el impacto.

La chica levantó la cabeza y enderezó el cuerpo, dejando que su cabello largo y azulado cayera por su espalda. Sus ojos color canela, delineados de un rojo brillante, y el glitter esparcido estratégicamente alrededor de sus ojos, le daban un verdadero aspecto de diosa. Respiró un poco agitada, intentando recuperar el aliento.

—¡Megami Puri! —exclamó el cerdito parlante que la acompañaba, llegando a su lado en un corto trotecito—. ¿Estás bien?

—Estoy bien, P-chan —respondió Megami Puri mirándolo, y torciendo en una sonrisa sus labios pintados con brillo labial rosado—. Pero él es fuerte, deberé pensar en una estrategia para vencerlo.

—El alma de Hikaru Gosunkugi debe estar muy atormentada, por eso la posesión del mal ha sido tan fuerte —habló el cerdito con urgencia.

—Debo exorcizar a los demonios que se adueñaron de su corazón —murmuró Megami resuelta.

—El muñeco vudú que sostiene debe ser la fuente de la posesión, debes destruirlo —ordenó P-chan.

Megami Puri asintió y corrió hasta el final del techo a toda velocidad, el cerdito le seguía los pasos a la carrera. Al llegar al borde dio un salto y cayó en picada, girando en el aire, mientras su faldita y su cabello ondeaban al viento. El cerdito saltó y desplegó unas alas diminutas para su cuerpo regordete y así pudo llegar al suelo sin problemas.

Megami Puri cayó apoyando una rodilla y una mano en el suelo, flexionando la otra pierna. El cerdito plegó las alas, que volvieron a formar parte de su cuerpo como si nunca hubieran existido. A simple vista nadie nunca podría descubrirlas.

—¿Ya te cansaste de esconderte, Megami Puri? —habló Hikaru Gosunkugi con una voz grave y demoníaca, muy distinta a su voz susurrante y tímida de siempre.

Megami volteó a mirarlo, el muchacho flacucho y pálido, con marcadas y profundas ojeras, tenía los ojos rojos y un aura maligna flotaba alrededor de él, en su mano izquierda apretaba un muñeco vudú hecho de paja. En un rápido pestañeo se fue contra ella, alcanzando una velocidad sobrehumana. Megami lo esquivó saltando hacia atrás y haciendo una pirueta en el aire.