Yojimbo (parte 5)

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Yojimbo

(parte 5)

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Pantymedias Taro estaba repantigado en uno de los asientos al final del salón, con los ojos cerrados y los brazos cruzados, la cabeza inclinada hacia adelante con la barbilla rozando su pecho. Su pecho subía y bajaba con suavidad, como si durmiera. Aunque no lo hacía, su entrenamiento lo mantenía alerta a pesar de lo soporífero de la situación. Solo meditaba, tranquilizaba su espíritu y todo su cuerpo, revolucionado después de las clases de ike-lo-que-fuera, ¡cómo se dijera esa estupidez! Solo eran un montón de señoras de mediana edad, algunas envueltas en apretados kimonos, otras usando recatadas faldas que le llegaban más abajo de las rodillas, con blusas abrochadas desde el primer botón en el cuello. Pero aunque dieran el aspecto de respetables señoras del hogar se comportaron como un montón de adolescentes hormonadas en cuanto él entró.

Esas viejas se pensaron que él iba a... a... Taro apretó los dientes, ofuscado, todavía no podía ni siquiera pensarlo y la rabia volvía a inundarlo, quemándole los órganos internos. ¡Esas mujeres se creyeron que él iba a eso! A hacer estúpidos arreglos con esas flores.

¡Él!

Lo peor de todo era que las mujeres babearon, literalmente babearon al verlo. Se acercaron para tocarle los músculos preguntándose si era real, le hicieron cumplidos por su cabello, ¡por su maldito cabello! ¡A él! Ni que fuera uno de esos niñitos carilindos de la tele.

Parecía que esas mujeres nunca habían visto a un hombre de verdad.

De todas maneras, la chica Tendo había sido amable, eso no podía negarlo, había intentado salvarlo de las garras de esas... esas... ¡come-hombres de mediana edad! ¿Cómo podía ser que Kasumi tuviera de amigas a esas mujeres? No cuadraban para nada con ella, que era tan suave, de maneras tan dóciles, siempre sonriente.

Bien, pero lo había salvado. Explicó que él era solamente su empleado, no usó el término guardaespaldas, quizá no le gustaba, a él tampoco le gustaba admitir que estaba desperdiciando sus talentos en un trabajo como aquel, pero todo fuera por poder tener una comida decente sobre la mesa.

Aunque tener que aguantar a aquellas mujeres todas las semanas era el colmo; esperaba no tener pesadillas con los ojitos brillantes de depredador de aquellas señoras.

El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora