El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

La Cita

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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La cita

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Ukyo terminó de desempacar las cosas de la maleta. Se sentó en la cama y se arrancó la cinta del cabello con molestia, tirándola sobre la almohada.

La habitación de ese hotel era horrible, apenas una cama individual muy vieja de la que podía sentir los resortes bajo sus muslos. El empapelado estaba desteñido, antes había sido blanco con diseños dorados muy occidentales, ahora estaba cubierto por una capa beige con manchones cafés de humedad. La madera del piso rechinaba en todo momento. Estaba cansada de mirar hacia atrás esperando encontrarse con alguien. El techo también era de madera, con un viejo y bonito candelabro que colgaba, de brazos dorados y pequeños trocitos de cristal, pero que pronto comprobó que no funcionaba. La única luz provenía de una lámpara doble de aplique en la pared. Un escritorio muy antiguo estaba en una esquina, y el closet del otro lado. La puerta que estaba cerrada debía ser la del baño.

Era horrible, más que horrible, ¡espantoso! Pero Ranma nunca había sido muy listo para esas cosas. Estaba tan nerviosa que no quería tocar nada en ese lugar.

Los vidrios temblaron con fuerza y Ukyo dio un salto, retrocediendo retrocediendo en la cama hasta que su espalda topó con la pared. Tomó su espátula y la abrazó con fuerza a modo de escudo protector, con los pliegues de la larga y femenina falda, que se había puesto solo para esa ocasión, aplastados entre sus rodillas dobladas.

Con un segundo y tercer golpeteo de los vidrios se dio cuenta de que era solo el viento.

—Este lugar me tiene los pelos de punta —se quejó—. ¿Cómo pudo pensar en un sitio así?

No era lo que había imaginado para su idílico primer encuentro con su Ran-chan. Buscó entre sus cosas hasta dar con una nota garabateada a mano.

«Ukyo, me equivoqué. Tenías razón, Akane no es para mí. Es a ti a la que necesito en mi vida. Perdóname por haberte lastimado. Necesito verte, pero nadie debe saberlo.

Ranma».

—Oh, Ran-chan —suspiró la cocinera.

Giró sobre la cama recostándose, con el largo cabello desordenado extendido alrededor de las mantas. Estiró los brazos para ver la nota entre las manos contra el techo y agitó las piernas en una exclamación de felicidad.