El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Yatagarasu (parte 6)

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Yatagarasu

(parte 6)

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Dos días antes.

Ranma tomó las riendas del caballo dirigiéndolo con cuidado a través de los árboles. El terreno estaba húmedo entre las raíces y temía que si apuraba el trote los cascos del animal podrían resbalar. Además, el caballo estaba cargado con un fardo hecho con una manta enrollada y alimentos dentro de una bolsa.

Sin embargo, lo que más incomodaba a Ranma era su acompañante. Akane estaba sentada de lado sobre el lomo del animal, con las piernas juntas hacia a un costado, y se afirmaba abrazándolo por la espalda, con el cuerpo muy pegado al de él.

—¿No es más fácil que te conviertas en un cuervo o algo así? —preguntó el joven guerrero sin ocultar su incomodidad.

—Volar es agotador —respondió ella—. Así es más cómodo —agregó con normalidad.

—Como quieras...

—¿Te molesta que te acompañe? —preguntó Akane inclinándose un poco por un costado para buscar sus ojos.

—No me importa —respondió Ranma con brusquedad, evitándola, mirando en otra dirección—. Pero pesas mucho para el pobre caballo...

—Te maldeciré —respondió Akane en un tono sombrío y directo.

Ranma se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa.

Akane alzó la ceja. Se quedó mirando la cabeza de Ranma, los fuertes músculos de su espalda que se movían acompasados con el movimiento del caballo, y la trenza que se mecía tan cerca de su rostro que podía sentir el aroma de su cabello, el mismo de las hojas del bosque. Se dejó llevar por un impulso y estrechó más los brazos alrededor de la cintura de Ranma, recostando el rostro en su espalda.

—¿Qu-Qué... haces? —preguntó Ranma, intentando disimular su tartamudeo con una tos.

—Nada, solo descanso –respondió Akane con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios.

—¿Desde cuándo los yokai necesitan descansar?

—Tu corazón da golpes muy rápidos —susurró Akane aletargada, con el rostro hundido en la suave camisa negra del guerrero—. ¿Estás nervioso?