El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Yatagarasu (parte 7)

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Yatagarasu

(parte 7)

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Tofú Ono no podía creer las noticias que habían llegado a sus oídos, traídas por uno de sus criados.

Los años lo habían convertido en un hombre robusto, experimentado en la guerra, de brazos firmes y manos diestras. Aún usaba la corta coleta castaña de su juventud, un recuerdo preciado para él porque su prometida le había dicho lo mucho que le gustaba, y además se había dejado una corta pero tupida barba que le daba a su rostro antaño amable y alegre un aire severo. Los anteojos que ataba con finos hilos alrededor de las orejas podían significar una debilidad física para otros, pero en él eran un sello de autoridad, que enmarcaban sus ojos de mirar directo, que parecían traspasaban los corazones de sus interlocutores.

Su sonrisa amable y sincera, llena de paz, daba más temor, porque era la misma con que reverenciaba respetuosamente a un anciano, aún siendo él un daimyō, y con la que presenciaba las ejecuciones de todos sus enemigos, los miembros y lacayos del clan Kuno.

Al entrar en la sala de conferencias todos sus lacayos, y los otros señores que eran de menor rango, se inclinaron con respeto y devoción, a excepción de Ranma y su escolta personal que, sentados en el piso, mantuvieron la espalda recta. Solo cuando Tofú lo miró directamente, Ranma asintió a modo de saludo. A Tofú nunca le importó la falta de cuidado con el protocolo que mostraban los cuervos, porque eran sinceros y leales, y esa sola inclinación de cabeza de hombres tan orgullosos, valía más que todas las riquezas de su han.

Esa tarde, Tofú no pudo contener su satisfacción al comprobar con sus propios ojos que la noticia era cierta: los cuervos estaban vivos. O por lo menos los miembros más importantes del grupo.

Nunca había conseguido tantas victorias desde que los cuervos, a los que en un principio otros tildaron de pobres campesinos, se unieron a sus fuerzas; y le agradaban esos chicos, porque podía confiar su espalda en ellos y dormir tranquilo cada vez que los alojaba en su castillo. Por supuesto que tampoco podía desmerecer a Betty, que siempre lo protegía, como en ese mismo momento, sentada sobre las piernas dobladas, espalda contra espalda casi apegada a él, ocultando su menudo cuerpo a los ojos de todos los presentes tras la silueta de su señor. La kunoichi, que jamás mostraba su rostro, oculto bajo un velo, era hija de una guerrera heredera de uno de los clanes ninja de Iga y de un extranjero europeo que llegó a esas tierras tras un naufragio.