El año de la felicidad parte 2 (capítulos 201 en adelante)

Las 48 técnicas ganadoras

Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Las 48 técnicas ganadoras

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Cuando Akane entró en la antigua librería la campanilla que había en la puerta sonó anunciando su llegada. Ella miró alrededor, los altos estantes llenos de libros con encuadernaciones en cuero y tela, había algunas sillas de patas torneadas tapizadas de rojo y una baja mesa redonda con un juego de té dispuesto encima. Detrás de un mostrador abarrotado de libros y papeles, Akane hizo contacto visual con un hombre mayor con anteojos redondos y un corto bigotillo entrecano, igual que su cabello. El hombre no hizo ningún gesto de bienvenida, solo la observó. Akane se sonrojó de inmediato.

Era la quinta librería en la que entraba buscando aquel libro. Al principio le había parecido una buena idea, algo divertido para la despedida de soltera de su hermana Kasumi, era una idea digna de Nabiki y estaba orgullosa de que se le había ocurrido primero a ella. Había estado muy nerviosa al principio cuando lo había pedido, no se trataba de un libro común y corriente, pero se había armado de valor, después de todo ya tenía dieciocho años y hasta un prometido, podía esgrimir esa excusa si los vendedores la miraban muy escandalizados.

Lo que ella no sabía era que aquel libro era muy raro y cuando consultó le explicaron que solo podría hallar un ejemplar allí, en el distrito de Jinbo-cho en Chiyoda, donde estaban las librerías más selectas, que contenían tomos raros y ediciones perdidas. Mientras Akane visitaba las tiendas se preguntó si aquello no estaba yendo demasiado lejos, pero cuanto más difícil era de hallar aquel libro, más ganas le daban de tenerlo y poder leerlo. Seguramente sería costoso, pero Kasumi lo valía, y podría ser un muy útil regalo de matrimonio también, ¿o no?

Akane se aclaró la garganta y se acercó al mostrador.

—Bue-buenas tardes —tartamudeó sin poder evitarlo.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarla, señorita? —el hombre detrás del mostrador no cambió demasiado el gesto.

—Busco un libro raro... me dijeron que quizá aquí podía encontrar un ejemplar —Akane se quedó expectante.

—Dígame.

El hombre la miró con atención a través de sus anteojos redondos.

—Es un... un ejemplar del Shijūhatte —agregó Akane con la garganta seca. Aunque lo llevaba repitiendo toda la tarde igual no se acostumbraba. Sus mejillas se colorearon más profundamente.

La cara del viejo vendedor se iluminó.

—Ah, las cuarenta y ocho técnicas ganadoras —replicó y soltó una risita.