Capitulo 10

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(Isaza)

Cuando mi ropa estuvo seca me vestí. Me coloqué los vaqueros y las botas, y eché un vistazo a la habitación de Inma mientras me cerraba los botones de la camisa. Me resultó curioso que no tenía fotos de su familia, a excepción de los que parecían sus abuelos. Recordé entonces esa conversación en la que pidió a su madre que la dejarán en paz. '¿Qué le habrá pasado?' me pregunté. Tenía curiosidad por conocer la historia de Inma, pero no quería estropear aquel momento así que decidí quedarme con la intriga.

-Ya estoy - dije entrado al salón

Inma estaba sentada en el sofá con la espalda apoyada en uno de los brazos del mismo y las piernas encogidas sobre el asiento, con él móvil en la mano. Aún tenía el pelo algo revuelto por mi culpa y estaba adorable. Me acerqué hasta ella y me senté a su lado colocando sus piernas sobre mi regazo. Las acaricié despacio disfrutando de aquel tacto suave.

-Pareces concentrada - dije - ¿Hablas con alguien importante?

-No - respondió frunciendo el ceño- nadie importante

Se incorporó un poco y dejó el teléfono sobre la mesa.

-Sabes que Eli y Simón pueden venir en cualquier momento ¿verdad?- dijo apoyando la cabeza en el respaldo del sofá

-¿Me estás echando? - bromeé

-Puede - me sacó la lengua

La atraje hacía mí y la senté en mi regazo para que quedara cara a cara conmigo. Coloqué sus piernas a ambos lados de mi cintura y la besé con ganas. Sus manos recorrieron mis hombros, mi cuello hasta llegar a mis mejillas.

-Siento decirte que no tengo pensado irme aún- le susurré

-Por mi perfecto - sonrió

Le coloqué el pelo tras la oreja y acaricié su mejilla. Era absurdo pensar que hacía tan solo unos días no podía tenerla cerca, y ahora solo quería que se parara el tiempo y ese momento durara lo máximo posible. Inma tenía algo mágico que me atrapaba poco a poco, con solo mirarme. La besé de nuevo acercando su cuerpo al mío, pero el sonido de la puerta nos interrumpió.

-¡Inma ya hemos vuelto! - dijo Eli desde la entrada

-Mierda- susurró Inma

-Ve a distraerlos yo me esconderé en tu cuarto -reí

Inma se levantó y fue a recibirlos. Se metieron en la cocina a preparar unas palomitas y yo aproveché para meterme en el dormitorio de Inma. Me tumbé en la cama echando un vistazo a algunos de mis mensajes en el teléfono, mientras esperaba que Inma se librara de aquellos dos. Entró en la habitación pasados unos minutos y se tumbó a mi lado tras cerrar la puerta. Dejé el teléfono sobre la mesita y acogí a Inma sobre mi pecho.

-Creo que vas a tener que estar aquí hasta que estos dos decidan meterse en el cuarto de Eli -murmuró

-No me parece mal plan -respondí riendo

Pasamos un buen rato hablando. Contándonos anécdotas de la infancia e incluso yo le conté alguna de nuestras aventuras en los conciertos. Me gustaba esa sensación y a la vez me asustaba. Sabía que Inma no era Martina y que ambos estábamos pasando por la misma transición. La de cicatrizar heridas, pero aun sabiéndolo me aterraba la idea de enamorarme de una manera tan rápida, y me negaba que eso fuera así. Quizá solo necesitaba alguien que sacara a Martina de mi cabeza e Inma era la única que lo conseguía.'Inma, me tienes hecho un lio' pensé mientras la miraba.

-Parece que Eli y Simón ya pasaron a la acción - dijo Inma al oír algunos gemidos procedentes del salón

-Estos dos no tienen vergüenza- reí

-Y esto no es nada - dijo ella escondiendo la cara en mi pecho

-¿Pueden ser peores? - pregunté

-¡Oh sí! - respondió - anoche descubrí que Eli llama 'Monchiconda' al amiguito de Simón

No pude evitar soltar un carcajada pero evitando que los dos tortolitos me oyeran.

-Creo que si una chica le pusiera nombre a mi pene - dije- se me cortaría todo el rollo

-¡Vaya! Yo que tenía pensado llamarle 'Isaconda' -bromeó

-Ni se te ocurra- reí

-¿Y si lo hago qué? -- me desafió

-Pues que puede que no podamos repetir lo de esta tarde - me coloqué sobre ella

-Pues sería una pena - me besó

Intensificamos el beso. Sentí que cada vez que la besaba el cuerpo me pedía más de ella. Como si necesitara sentirla, piel con piel. Pero a la vez mi cabeza me decía que parara, que fuera despacio hasta descubrir cuales eran mis sentimientos hacía ella.

Pasamos la noche allí, como dos adolescentes escondidos en su habitación para que sus padres no nos pillaran. Hablamos y reímos hasta quedarnos dormidos, casi sin darnos cuenta.

Me desperté a la mañana siguiente al oír la puerta de la habitación, pero fingí seguir dormido para disfrutar de las vistas de la mañana. Inma entró recién duchada, con un albornoz negro y sin más se lo quitó dejándome verla sin prácticamente ropa. Con tan solo un conjunto de ropa interior también negro que destacaba sobre su tez blanca. Observé cada curva de su cuerpo, cada lunar y cada marca de su piel deteniéndome en cada una de ellas, sobre todo en un par de pequeñas cicatrices que tenía en la espalda, que parecían recientes.

-Así da gusto despertarse - dije al fin

-Me has asustado - pegó un pequeño salto

-No era mi intención - reí incorporándome en la cama

Se termino de poner los pantalones y se acercó a mi. La senté sobre mis rodillas y la besé para darle los buenos días, mientras acariciaba su torso aún descubierto.

-¿Qué son esas cicatrices de la espalda? -pregunté

Su rostro sonriente se torno serio y miró para otro lado.

-Solo son de una caída- dijo nerviosa

Sabía que estaba mintiendo pero no quise insistir y fingí darme por satisfecho con aquella respuesta. Estaba claro que había algo que Inma no quería que supiera, pero que de alguna forma yo acabaría descubriendo. Dejé que se levantara y se terminara de vestir y sigilosamente me ayudó a llegar a la puerta de entrada. Nos despedimos con un beso largo y me fui a casa con ganas repetir una noche tan maravillosa como la anterior.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora