Bonus 4

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(Simón)

Eli se había ido pronto a la universidad y Martín quedó para desayunar con Aleja, así que aproveche la mañana para recoger mi cuarto. Hice la cama, coloqué la ropa en el armario y algunos libros que tenía desperdigados en la estanterías. En el escritorio, Eli había dejado algunos de sus apuntes y un par de libros los quise colocar cuando al agarrarlos un pequeño librito calló al suelo. Me agaché para agarrarlo y sonreí sorprendido al verlo.

-Viente poemas de amor y una canción desesperada' - leí el título

Ese libro había sido participe del comienzo de nuestra relación y tenía un significado especial para ambos. Y me resultaba increíblemente lindo saber que Eli aun lo leía de vez en cuando. Eché un vistazo y reí al ver todas las anotaciones que le había hecho antes de regalárselo a ella.

'El día era lluvioso y frío. El invierno en Bogotá a veces era insoportable, pero me gustaban estos días. El olor a hierba mojada y la melancolía de las nubes grises del cielo. Entré en mi librería favorita, la que visitaba al menos dos veces por semana. Dejé el paraguas en un pequeño cubito que el dueño había puesto junto a la puerta y limpié mis botas en la alfombra. Recorrí cada uno de los estantes de la tienda buscando la sección de poesía.

-Aquí estás - dije al encontrar el libro que llevaba tiempo buscando

Eché un vistazo más por si encontraba algún otro libro interesante y me dirigí al mostrador para pagar. Frente a mí una chica de pelo rizado y pelirrojo entraba por la puerta, con su chaquetón empapado y fue directa a la sección de la que yo venía.

-¿Qué tal la semana Simón? - me preguntó el dependiente

-Genial, Señor Rojas - respondí - ¿Qué tal la suya?

-Tranquila - contestó mientras me cobraba

-Disculpe - dijo una voz femenina a mi lado -¿No le quedan más ejemplares de '20 poemas de amor y una canción desesperada'?

Era la chica que había entrado hacía tan solo unos instantes. La miré de reojo. Sus ojos eran de un marrón intenso. Tenía una mirada de esas que atrapaban y creí quedar rendido ante ella.

-Justo Simón, se está llevando el último - respondió el Señor Rojas

-Oh vaya...- parecía decepcionada - muchas gracias de todas formas

Se despidió y salió de la librería. Agarré rápido mi libro y mi paraguas. La seguí unos metros hasta que fui capaz de alcanzarla y cobijarla de la lluvia bajo mi paraguas

- Muchas gracias - sonrió

-No es necesario darlas, no es cuestión de que te pilles un resfriado - dije- además me siento un poco culpable por llevarme el último ejemplar del libro

-Supongo que he llegado tarde - rió

-¿Puedo saber tu nombre? - pregunté

Me miró con una sonrisa tímida.

-Elisabeth, pero todo el mundo me llama Eli - contestó

-Encantado, Eli- respondí- ¿Sueles leer a Neruda?

-La verdad es que no - respondió - no suelo leer poesía, pero me recomendaron ese libro y quise comprarlo

Hablamos durante un largo rato, parecía tener frío, así que me ofrecí a invitarla a un café caliente en un local cercano'.

Consideraba aquella como nuestra primera cita. A partir de ahí solíamos vernos en esa cafetería todos los viernes y en unas de nuestras citas, decidí regalarle el libro repleto de anotaciones propias. Algo muy típico de mi por otra parte. Ninguno de mis libros se escapa de ellas. Pasé una a una las paginas del libro hasta llegar a la ultima donde había escrita una pequeña dedicatoria para Eli.

'Dicen que las mejores poesías surgen de corazones enamorados, que cantan a sus musas. Yo no soy poeta, pero mi corazón quiere cantarte'

'¡Qué cursi eras Simón!' pensé, pero en el fondo Eli era un romántica y adoraba ese lado cursi que le regalaba libros y le dedicaba canciones.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora