Capitulo 38

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(Isaza)

-¿Estás lista? - pregunté desde el marco de la puerta de nuestro dormitorio.

-Sí, voy - dijo atusándose un poco el pelo delante del espejo

Parecía toda una ejecutiva vestida con esos vaqueros y camisa negros; y su blazzer roja. Se había ondulado esa preciosa melena castaña y se puso ese pintalabios tan suyo. Parecía muy tranquila pero sabía que por dentro se moría de los nervios. Tenia por seguro que mis padres la adorarían, si les había gustado Martina en su momento, Inma les iba a encantar.

Paré el coche delante de la casa de mis padres y bajamos. Antes de llegar a la puerta agarré la mano de Inma con dulzura y le guiñé un ojo. Sonrió y respiró hondo. Mi madre abrió la puerta sonriente como siempre. 

-Juan Pablo, amor -me dio un par de besos- ¿vos debes ser Inma?

-Me temo que sí - bromeó nerviosa

-¡Qué linda! - rió mi madre - Yo soy Elena, la mamá de Juan Pablo

-Encantada - respondió Inma

-Mamá, ¿podemos pasar? - pregunté haciendo obvio que aun estábamos en la puerta

Ella se apartó y nos dejo pasar. Susana y Ángela, mis hermanas saludaron a Inma también efusivas y mi padre algo más serio le dio la bienvenida. Nos sentamos a la mesa. Mi madre había preparado una cena casi de gala, demostrando todas sus dotes culinarias.  Empezamos a cenar y con ello empezaron también las rondas de preguntas.

-Así que ¿española? - pregunto mi padre

-Sí, aunque mis raíces son colombianas - explicó- mi madre nació aquí y mi abuelo materno también era de aquí

-Juan Pablo me contó que trabajas en una escuela - dijo mi madre 

-Allá en España estudié educación infantil - sonrió- me encantan los niños 

-¡Ay! pero vayamos a lo importante -se entrometió Susana - ¿Cómo se conocieron?

-Sí, cuéntenos -añadió Ángela  

-Pues es gracioso porque cuándo nos conocimos no nos soportábamos - dijo Inma riendo- de hecho nos tirábamos los platos a la cabeza constantemente

-Pero en el fondo nos gustábamos - dije agarrando su mano por encima de la mesa

-¡Ay la típica historia de amor-odio! -exclamó Susana

Mi familia siguió sacando información sobre Inma durante la cena y ella risueña como siempre, parecía sentirse integrada, lo que me hacía realmente feliz. Cuando acabamos de cenar quitamos la mesa entre todos y nos sentamos en el salón, donde continuó la conversación. La noche estaba yendo increíblemente bien. Susana y Ángela se fueron con Inma a enseñarle dios sabe qué, mientras yo me quedé con mis padres.

-Me gusta esta chica - susurró mi padre- mucho más que Martina

-¡Ni nombres a esa estúpida! -negó mi madre con la cabeza 

-Inma es especial - sonreí

-No recuerdo verte tan enamorado - dijo mi madre entre risas- esa niña te está calando hondo

-Mucho - asentí - no sé como lo hace

-Es muy linda - dijo mi madre - pero aún así, cuídate. No queremos volver a verte sufrir como lo hiciste con Martina

Mi madre posó su mano en mi brazo y agarré su mano. Desde que había pasado lo de Martina estaba muy preocupada por mi, pero ahora no tenía que estarlo porque Inma cambió todo. 

Las chicas aparecieron al rato en el salón. Venían riendo como si fueran amigas de toda la vida. Inma se sentó  a mi lado de nuevo y me miró sonriente. Le di un beso corto en los labios y se sonrojó por tener a mis padres frente a nosotros. Estuvimos allí hasta bien entrada la tarde, pero Inma parecía cansada y decidimos volver a casa.

-Ay camita - dijo echándose sobre ella tras ponerse su pijama - ¡qué calentita estás!

-Mi familia quedo encantada contigo - dije tumbándome a su lado 

-¡Ay es que son súper lindos! - fingió acento colombiano

-¿Te volviste colombiana de repente? - reí

-¡Ay no! ¿cómo crees? - bromeó- yo sigo siendo española, parce

La besé riendo y la acurruqué en mi pecho. Me abrazó fuerte. Malta que nos miraba desde los pies de la cama subió con nosotros, y se tumbó en el hueco que había entre nuestras piernas.

-Ya estamos toda la familia - bromeó Inma

-¿Quizá algún día podamos aumentarla? - sugerí

-Claro que sí, Juan Pablito - ironizó

-¿No quieres tener niños conmigo? - me sentí ofendido

-De momento me conformo con practicar como hacerlos, sin hacerlos - bromeó

-Y a mi me encanta que practiquemos - la besé

-Pero hoy va a ser que no - dijo ella dándose la vuelta- tengo mucho sueño

-Pero puedo hacer yo - agarré sus caderas y me acerqué a ella

-No me vas a convencer - se hizo la dura - así que ni lo intentes

Besé su cuello y desplacé mi mano bajo su camiseta, acariciando su vientre.  Se removió y la vi sonreír. Mordí un poco el lóbulo de su oreja, sabía lo mucho que eso le gustaba. Y bajé mi mano hasta su entrepierna.

-Isaza...-susurró intentando regañarme, pero pareció más un gemido

-¡Uf! - me mordí el labio - si vuelves a susurrar mi apellido así, es cuando no pienso parar

- Eres un imbécil...-dijo con la respiración entrecortada

-Un imbécil que sabe lo que te gusta - susurré en su oído, mientras seguía jugando allí abajo

-Quizá...- intentó decir - deberíamos sacar a Malta de la habitación...

Reí y mandé a Malta a su cama. Me miró con la cabeza inclinada y luego se fue sin más. Giré a Inma y me coloqué sobre ella, besándola de una forma muy pasional. Acaricié de nuevo su torso mientras atacaba de nuevo su cuello.

-Podrías dejar de besar mi cuello y bajar a otro sitio - sugirió muy provocativa

-Creía que no te iba a convencer -bromeé

- Pero quizá así -se mordió el labio- consigues convencerme del todo, no sé ya que te pones 

-¿Y si no lo hago? - pregunté desafiante

-Pues lo vas a hacer - me besó- o si no,  no haber calentado, lo que no quieres comerte

Besé su boca , dando una pequeña mordida a su labio y persuadido ante aquel argumento,  bajé a donde pidió. Adoraba verla estremecerse de placer. Entrelazó sus dedos en mi pelo y sonreí, me encantaba cuando hacía eso.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora