Capitulo 18

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(Inma)

Mi mente parecía disfrutar torturándome con la imagen de Isaza. Para ser sincera, una parte de mi quería pensar que lo que él decía era cierto, pero sonaba tan a excusa que me resultaba difícil. Esperaba que esto días que lo tendría lejos consiguiera aclararme, sacarlo un poco de mi cabeza y centrarme los demás aspectos de mi vida. La escuela, en la que adoraba pasar mi tiempo.  Las horas de clase se me hacían amenas y los niños sacaban de mi cabeza cualquier preocupación posible.

El sábado se presentaba aburrido. Eli estaría fuera todo el día, Vanessa, su hermana llegaba hoy a la ciudad a pasar unos días con su familia y presentarles a su nuevo novio, un chileno que conoció en su estancia en Nueva York. Y Aleja se pasaría el fin de semana en su ciudad natal visitando a su familia. Así que Sue y yo estábamos solas para apoyarnos en nuestros desengaños amorosos.

-¡Tengo el plan perfecto! - dijo Sue

-¿Qué es...?- pregunté

-Pues lo que hacen en todas las películas americanas cuando están tristes -contestó

-¿Maratón de películas románticas y comer un kilo de helado? -bromeé

-¡Exacto! - exclamó

-No puedes estar diciéndolo en serio - me negué a aceptar ese plan

-¡Oh venga! - insistió-  puede ser hasta divertido

-Sí, divertidísimo - ironicé

-¿Tienes un plan mejor? - se cruzó de brazos

-Pues...-dije intentando pensar algo rápido

-Voy a elegir las películas - dijo saliendo de la cocina- tú pilla helado y palomitas

Bajé a una pequeña tienda cercana a donde vivíamos y compré varias tarrinas de helado de sabores varios, chocolate, vainilla y galleta, vainilla y nueces. Además de unas cuantas bolsas de palomitas. Aquel sábado iba a ser memorable sin duda. Las dos acabaríamos llorando como locas y maldiciendo a todos los hombres que habían pasado por nuestra vida.

Empezamos el maratón después de comer con 'El diario de Noah' uno de los clásicos del cine romántico. La tarde fue corta y pastelosa, demasiado para mi gusto, paramos durante unos minutos para preparar algo de cena y mientras cenábamos Sue reprodujo el clásico de los clásicos. Titanic. Esa película cuyo final a unos les hace llorar y a otros, como yo, les hace replantearse la idea de  que Jack podría haberse salvado si Rose se hubiera dignado a hacerle un hueco en la tabla.

-Puta Rose- dijo mi prima- hazle un hueco, que cabéis los dos, seguro que en el fondo no lo amas...-susurró

-Quizá el puto es Jack - bromeé- igual el sabe que puede subir pero no quiere porque no quiere pasar su vida con ella

-¡Puto Jack! - exclamó Sue- ¡Puta Rose!

-¡Y putos Juan Pablos! - exclamamos al unísono para después echarnos a reír.

Aquella tarde de terapia me hizo recordar  a las tardes que Sue y yo pasábamos viendo películas de dibujos sin parar cuando éramos pequeñas. Solíamos quedarnos dormidas en el sofá y su padre nos llevaba a la cama sin que nos despertáramos.

-Ahora es cuando nos quedamos dormidas y tu padre nos lleva a la cama - dije haciéndole recordar aquello

-¡Ay sí! - sonrió - ¿Y recuerdas cuándo nos dejaba acampar en el jardín y se pasaba la noche contándonos historias? 

-Sí - reí - ojalá pudiéramos volver a esos días en los que lo único que no quitaba el sueño era la voz de tu padre leyéndonos cuentos

-Y no un par de imbéciles que no salen de nuestra cabeza -susurró ella

Tras dar por finalizada nuestro sábado de terapia ambas nos fuimos a nuestras habitaciones. Me senté en la cama y cogí el teléfono. No había nada importante, ni si quiera mensajes de Isaza, así que lo volví a dejar sobre la mesita. Me quedé mirando el sombrero negro que Isaza me había regalado la noche que lo besé para librarle de Martina. La noche en la que probablemente empezó aquello que fuera lo que había entre los dos. No sabía en que momento me había empezado a enamorar de él. Isaza era intenso, apasionado y alguien muy natural, y con eso hacía que todo fuera diferente. Pero Martina no salia de su vida y por ello habíamos llegado a este punto. Le echaba de menos, y mucho. Echaba de menos que me abrazara en mitad de la noche cuando se daba la vuelta. Los besos de buenos días en la frente. La graciosa forma en que el vello de su pecho asomaba tímido por el pico de la camisa. Su pelo revuelto recién salido de la ducha. Y esa divertida sonrisa que solo dejaba asomar dos de sus dientes.

Tuve la tentación de escribirle. De decirle todo aquello, pero supongo que en el amor nunca supe hacerle caso a mis instintos. Así que me metí en la cama, pensando en que pasaría cuando el regresara de Los Angeles, hasta quedarme dormida.

Eli nos despertó a la mañana siguiente. Venía con su hermana mayor. Sue  y yo la saludamos aun medio dormidas.

-Ella es Inma - dijo Eli- la prima pequeña de Sue, y bueno a Sue ya la conoces

-Yo soy Vanessa - dijo dándome dos besos - ¡Encantada!

-Lo mismo digo -sonreí

-¿Qué tal va todo Sue? - le preguntó Vanessa a mi prima

-Supongo que bien, a excepción de Juan Pablo - susurró

-¿No me digas que rompieron? - dijo Vanessa sorprendida

-El muy imbécil le pidió un tiempo porque le gusta otra -  comentó Eli negando con la cabeza

-Solo dijo que le atraía, no que le gustara - le reprendió Sue

-Sigue siendo igual de imbécil - respondió - los dos Juan Pablos lo son en realidad

-Creo, Eli, que a esa conclusión ya habíamos llegado nosotras solitas -bromeé

-Pues dejen de compadecerse la una a la otra y vayámonos a pasar el día fuera las cuatro - nos regañó

Sue y yo aceptamos. Nos duchamos y nos vestimos lo más rápido que pudimos. Desayunamos en una cafetería cercana a casa y pasamos el día en una centro comercial, quitándonos las penas a base de risas y ropa nueva. Entrada ya la tarde decidimos ir a tomar unas cervezas para después comprar algo de cenar para llevarnos a casa.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora