Bonus 15

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(Martín)

En apenas unos días Aleja y yo celebrábamos nuestro primer aniversario juntos. Recordaba como la conocí, como si hubiera sido ayer. No había sido un amor a primera vista, pero si que se había metido en mi cabeza muy poco a poco hasta que tuve que confesarle todo lo que sentía por ella.

'Laura y yo nos citamos para vernos en una nueva cafetería que había abierto en la ciudad. Desde la universidad apenas tardé unos diez minutos en llegar y allí esperé a mi novia.

-¿Disculpe deseas algo de tomar? - dijo una voz dulce

-No, estoy esperando a alguien - dije sin prácticamente mirar a la camarera

Laura llegó unos minutos después y aquella se volvió una cafetería a la que solíamos ir casi todos los fines de  semana acompañados de nuestros amigos más cercanos. Cuando Laura cortó conmigo, me costaba ir allí  y es que a pesar de lo mucho que me gustaba como preparaban el café y los dulces aquel sitio traía demasiados recuerdos a mi memoria. Hasta que un viernes al salir de la universidad pedí a mi hermano y sus compañeros de banda que me acompañaran.

-Así que este es el sitio - dijo Isaza

-Ajá - me limité a responder

Nos sentamos en una de las mesas y la camarera con voz dulce se acercó a tomarnos nota. Nunca me había fijado en ella, siempre tenía a Laura delante y era en quien se perdía mi mirada, pero esa chica, que según su identificación se llamaba Alejandra, era muy guapa.

-Veo que hoy no vienes con tu novia - me dijo risueña

-Eso es porque ya no es su novia - Isaza abrió la bocaza

-¡Juan Pablo! -exclamé - cierra la boca

-Oh vaya...- susurró ella algo cortada- lo siento...

Tras tomarnos el pedido se fue y apenas unos minutos después trajo nuestros cafés.

-Aquí tienen estos dulces -dijo

-Pero no los hemos pedido - aclaré yo

-Son por cuenta de la casa - respondió con una sonrisa

Desde ese día empecé a ir de nuevo a aquel local, solo o con alguno de los chicos, no había sábado que no pasara por allí. Alejandra se convirtió en una buena amiga y alguien que me escuchaba cuando necesitaba hablar, y así poco a poco empecé a sentirme más atrapado por ella. Por su risa dulce, por sus ojos marrones y por esa bonita personalidad suya. Era tierna, risueña y buena. Pasar tiempo con ella o simplemente verla atender a los clientes se convirtió en un divertido pasatiempo que hizo que me olvidara de Laura casi sin darme cuenta. Así que uno de los días espere a que Alejandra saliera de su turno, y poder acompañarla a casa dando un pequeño paseo. Hablar con ella era fácil y aquel paseo de casi media hora pareció tan corto que me quede con ganas de más.

-Yo vivo aquí - dijo parándose delante de un pequeño edificio

-¡Vaya! Yo vivo solo unas calles más arriba...- respondí- podríamos vernos algún día

-Claro, cuando quieras- contestó - me gusta hablar contigo

- El sentimiento es mutuo - sonreí

Un par de días después de aquello tuvimos nuestra primera cita y tras carias de ellas, me decidí a pedirle que fuera mi novia'.

Cuando miraba a Aleja seguía viendo a la chica dulce y tierna de la me había enamorado. Con ella entendí que para que una relación funcionara, no se tenían que compartir gustos o tener personalidades parecidas, sino que la persona que tuvieras al lado debía complementarte. Aportarte aquello de lo que tú carecías. Y ella era eso, mi complemento. Quién me daba ese toque de azúcar a mi vida. Quién me apoyaba y me escuchaba sin pedir nada a cambio, solo que el amor que ella sentía fuera correspondido.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora