(Inma)
Y ahí estaba yo, la chica que nunca había creído en el matrimonio, recién comprometida. Sabía que todo aquello era una locura, pero desde que había comenzado toda esta historia, la Inma racional y que se pensaba todo, estaba desaparecida. Él sacaba ese lado valiente y decidido que durante mucho tiempo se había escondido por miedo a represalias. Él me hacía sentir libre y capaz de conseguir lo que me propusiera. Con él me sentía yo misma y si no cometía una locura como esa por Juan Pablo ¿por quién lo iba a hacer?
-Estás pensativa - su voz me sacó de mis pensamientos- ¿te estás arrepintiendo de haber dicho que sí? -preguntó en tono de broma
Tras salir del restaurante habíamos decidido volver hasta el hotel dando un paseo por la playa, descalzos y agarrados de la mano, disfrutando del tranquilo vaivén del mar y de esa suave brisa que nos regalaba esa noche. Miré de reojo el anillo en mi dedo. Era sencillo y discreto, cosa que me encantaba porque odiaba las joyas demasiado llamativas.
-De lo único que me arrepiento es de no haberte hecho sufrir un poco antes de decir que sí - respondí
-La verdad es que me esperaba un poco de resistencia - rió
-Es que ese discurso tan preparado- dije con ironía- me ha convencido
-¿Me vas a decir que no te ha gustado mi improvisación? - sonrió dándome un leve empujón con el hombro
-Te lo voy a decir - bromeé- no me ha gustado tu improvisación
Me miró con una sonrisa juguetona y el ceño fruncido, para después, sin previo aviso empezara a hacerme cosquillas. Intenté reprimir la risa, pero me dí por vencida, soltando una divertida carcajada. Conseguí liberarme de su ataque y me alejé un par de metros, intentando recuperar el aliento.
-No huyas - dijo riendo mientras se acercaba a mí
-Isaza, por favor - rogué dando unos pasitos hacía atrás - no más cosquillas
-Si dejas de huir prometo que no habrá más cosquillas - mintió adelantando unos pasos más
-No me fío de ti - reí
Se acercó más y quise empezar a correr para que no me atrapara, pero el intento fue en vano. Me agarró por la espaldas, rodeando mi cintura con sus brazos y levantandome un poco del suelo. Ambos reímos cuando nos caímos en la cuenta de que allí no estábamos solos, un grupo de personas mayores paseaba por allí y nos miraron risueños. Isaza los saludó como si los conociera de toda la vida, y ellos devolvieron el saludo entre risas amables. Continuamos nuestro camino riendo y bromeando.
Al llegar a nuestra cabaña, Isaza me pidió que saliera a la terraza y así lo hice. Supuse que el vestido y la cena no eran las únicas sorpresas de la noche. Me senté cruzando las piernas como los indios, en una de las tumbonas, dejando caer al suelo mis zapatos. Isaza salió unos minutos después, dejo sobre la mesa una bandeja en la que traía una botella de champagne, dos copas y un par de cuencos, uno con fresas y otro con chocolate fundido.-Menos mal que te dije que sí - reí - sino todo esto se hubiera echado a perder - di un mordisco a una de las fresas
-Aunque me hubieras dicho que no aun tendríamos cosas que celebrar- me besó dulcemente
Abrió la botella con cuidado y sirvió en las copas, ofreciéndome una de ellas. Se sentó al borde de mi tumbona, quedando él de perfil frente mí. Chocó levemente su copa con la mía a modo de brindis y ambos dimos un trago.
-Esta noche me estas sorprendiendo - susurré mojando una de la fresas en el cocolate
-Esa era la idea de todo esto - acarició con dulzura mi pierna
-Estás siendo todo un romántico- dije pensativa - pero me apetece romper tanto romanticismo - me mordí provocadora el labio
-¿Y qué se te ocurre? - enarcó una ceja
Me levanté y me coloqué frente a él. Lo besé con pasión y él colocó sus manos en mis caderas. Le quité la americana y lo acomodé en la hamaca. Me liberé de la única pieza de ropa interior que llevaba aquella noche, lo que fue fácil llevando vestido. Él me miró atento y con una sonrisa pícara, mientras apartaba con el pie la prenda que acababa de quitarme. Coloqué mis rodillas a ambos lados de su cadera y lo besé de nuevo.
-Sabes que pueden vernos desde las terrazas vecinas ¿no? - susurró a escasos centímetros de mis labios
-Pues espero que disfruten del espectáculo - respondí
Tomé una de las fresas y la hundí en el chocolate. La acerqué a su boca dejando que sus labios se impregnaran con ese delicioso cacao, para después limpiarlos con un beso juguetón y lleno de deseo. Agarró mis caderas con decisión, acercando mi cuerpo aun más al suyo.
-El chocolate así sabe mucho mejor - di un pequeño mordisco a su labio
-Con cosas como esta me vuelves loco - dijo antes de atacar mi boca con un ardiente beso
Deshice el nudo de su corbata, dejando que esta cayera al suelo. Desabroché los botones de su camisa y acaricié su torso disfrutando del tacto de su piel. Jugueteé un poco con el vello de su pecho y él desplazó sus manos a mis muslos, alzando un poco la falda de mi vestido. Ambos estábamos excitados y deseosos el uno del otro.
-Eres una tentación - susurró cuando tenté su boca con la mía
Sonreí, aflojando su cinturón y abriendo la bragueta de su pantalón. Me miró con lujuria y casi rogándome que hiciera algo. Aparté un poco su pantalón e introduje mi mano bajo sus bóxer. Echó la cabeza hacía atrás mordiéndose el labio, adoraba verlo así, dejándose llevar por el placer. Agarró mis muslos con fuerza al tiempo que yo aumentaba la cadencia de mis movimientos, haciendo que sus leves jadeos se hicieran más intensos.
-¿Por qué paras? - preguntó casi frustrado cuando deceleré el ritmo hasta parar
-Porque no se trata de que solo disfrutes tú - susurré
-Como si no disfrutaras sabiendo que haces conmigo lo que quieres - dijo acariciando mi cuello
- Claro que lo disfruto - respondí acercándome a su boca- y mucho
Me besó con fiereza, apartando por completo su ropa interior para liberar su erección. Sujetó mis caderas y me colocó para después ser él quien marcara el ritmo a seguir.
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¿Quién te dijo esa mentira?
FanfictionAl final del camino siempre encuentras a esa persona capaz de reparar un corazón tan roto que parecía no tener arreglo. Sabe exactamente que hacer, o decir para cicatrizar esas heridas que no cerraban. Por que a veces tenemos que rompernos, para q...