Capitulo 22

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(Isaza)

Salí del recinto y vi a Inma a un par de metros de la puerta. Estaba de espaldas a mi y me acerqué sin hacer ruido, abrazándola por la espalda y regalando un beso en el lateral de su cuello.

-Dime que con la canción he conseguido que me perdones un poquito - susurré

-Todos los cantautores sois iguales -bromeó- os creéis que con una canción lo arregláis todo

-Todo no -reí- pero un algo sí ¿no?

-Puede, pero aún quedan cosas por aclarar - dijo un poco más seria

La giré para quedar frente a frente y con suavidad le alcé la cara para que me mirará. Sus ojos aun se veían emocionados y una sonrisa tímida se dibujo en su rostro.

-Podemos ocuparnos de eso mañana - dije - vamos a disfrutar de este momento, por favor

Me besó, pero fue un beso dulce, poco típico de ella. No es que Inma no fuera dulce, pero sus besos solían ir siempre marcados de cierta intensidad. Solían ser apasionados, muy candentes.

-¿Te parece que demos un paseo hasta el hotel?- propuse

Asintió y agarrados de la mano empezamos a andar por las calles de la ciudad. Le pedí que me contara como iba con las clases. Se la veía tan entusiasmada y emocionada que hizo darme cuenta de lo mucho que adoraba trabajar en aquella escuela. Seguro estaba de que los niños de la clase estarían encantados de tenerla como profesora. 

-Me alegro que te vaya tan bien - dije cuando acabó de hablar

-¿Y tú qué? - me preguntó- ¿Cómo va ese nuevo álbum?

-Quedará un poco melancólico, teniendo en cuenta que el cincuenta por ciento de la banda estábamos sufriendo mal de amores - bromeé

-Sobre el amor y sus efectos secundarios dos, punto, cero - dijo riendo

-Sí, algo así - reí

-Echaba de menos pasear contigo - susurró - pero prefiero hacerlo con deportivas -dijo parandose para quitarse los tacones

-¿Te duelen los pies? - pregunté 

-Un poquito - se quejó 

-Súbete en el banco - dije con la intención de que se subiera sobre mi espalda

Frunció el ceño confusa ante mi petición pero lo hizo. Me puse de espaldas frente a ella haciéndole ver mis intenciones.

- ¿Tienes que estar de broma? - rió

-Sube - insistí

-¿Te has fijado en mi vestido verdad? -preguntó dando a entender que no era el mas indicado para subirse a caballito

-No puedo creer que me estés preguntando eso -me giré y la miré de arriba a abajo sonriendo

-¡Oh genial! -exclamó- ya salió el pervertido 

-Como si no te gustara - me acerqué a ella agarrando su cintura - me gusta tenerte a esta altura -sonreí por el hecho de tener su escote a la altura de mi cara

-¿Podrías volver a darte la vuelta? - fingió estar indignada

-Podría, pero no quiero - sonreí de forma provocativa

-Isa...- pidió - por favor

Me hice de rogar un poco y al final cedí. Me volví a girar y ella se subió sobre mi espalda. La llevé así hasta la puerta del hotel donde nos habían alojado a los chicos y a mi, que por una vez decidimos pedir habitaciones individuales, para así tener algo de intimidad. Recorrimos el pasillo de habitaciones hasta llegamos a la que era mia. 

-Adelante, señorita- la invité a pasar

Dejó los tacones sobre una mesa que había nada mas entrar y se quitó la americana dejando al descubierto los tirantes de su vestido. Se sentó en la cama, para después dejarse caer sobre ella.

-¡Es tan blandita que me quiero morir! -imitó a Agnes, la niña de Gru

Cerré la puerta a mi espalda y me acerqué hasta la cama, colocándome despacio sobre Inma. Sus brazos rodearon mi cuello y la besé. Nos fundimos en uno  beso apasionado, caliente, que expresaba lo mucho que nos habíamos echado en falta el uno al otro. Una de sus manos se deslizo por mi cuello y bajo hasta el pico de mi camisa donde empezó a desabrochar uno a uno los botones hasta dejar mi abdomen al descubierto. Besé su cuello, mientras recorría una de sus piernas con la mano. Sentí como su piel se erizaba al paso de mis caricias y no sabía por qué, pero aquello era algo que me excitaba muchísimo. De forma inesperada ella me volteó y ahora era yo quien estaba debajo. Me sorprendió aquel gesto porque normalmente era yo quien tomaba ese tipo de iniciativas.

-Veo que pasear conmigo no es lo único que has echado de menos -bromeé mientras ella  abría la hebilla de mi cinturón

Sonrió rodando los ojos y se inclinó para besarme, hundiendo su mano en mi pantalón. Mis jadeos eran más sonoros a medida que ella aceleraba el ritmo. Paró muy lentamente y bajó dejando besos juguetones por mi cuello, mi pecho y mi vientre, y ya os podéis imaginar donde acabó. Me estaba encantando aquella versión tan decidida de Inma.
Tras un largo rato, volvió a subir para besar mi boca, momento que aproveche para volver a colocarla debajo de mí. Con mucha sutileza me deshice de su vestido y de su ropa interior. Acaricié y besé su cuerpo con detenimiento, disfrutando del tacto y la calidez de su piel. Imité cada uno de los pasos que ella había dado. Intensificando sus jadeos, su respiración y sus ganas de más. Mi boca volvió a la altura de la suya, dejando que nuestros sexos se unieran en un ritmo intenso, que tras varios minutos, nos hizo caer en un placentero orgasmo.

Nos tumbamos uno al lado del otro intentando calmar nuestras respiración. Ella se acurrucó mirándome hasta quedarse dormida. Me resultaba adorable la facilidad que tenía para dormir y lo tierna que se veía. La tapé con una de las mantas y le besé en la frente, lo que hizo que se removiera un poco. Me levanté de la cama intentando no molestarla mucho y busqué mi teléfono un uno de los bolsillos de mi pantalón. Volví a sentarme junto a ella y me tomé la libertad  de retratar la tranquilidad de su sueño.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora