Capitulo 12

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(Inma)

-¿A quién mensajeas tanto?- dijo Sue quitándome el teléfono de las manos

-¡Oye! - exclamé intentando quitárselo

-No puede ser - dijo Sue boquiabierta- ¡ISAZA!

-¿Cómo? - exclamaron Eli y Aleja al unísono

-'Me encantaría volver a sentirte' - leyó Sue con voz sugerente- ¿hay algo que tengas que explicarnos?

Las tres me miraron interrogantes. Deseando que les contará que pasaba y aunque me negué varias veces al final cedí a sus preguntas a cambio de que me devolvieran el teléfono.

-¡Okey! - acepté- les cuento, pero prometedme que no diréis nada y que fingiréis no saberlo

-Va a ser difícil - dijo Eli negando con la cabeza- pero está bien, no diremos nada

Me miraron atentas mientras les contaba el beso que yo le había dado delante de Martina y también la visita sorpresa que Isaza me hizo al día siguiente. Les narré con la mayor cantidad de detalles que pude la forma en que me besaba y lo increíble que me hizo sentir con cada una de sus caricias. 

-Alguien se nos está enamorando- bromeó Aleja

-No sé si es para tanto - sonreí- solo sé que me gusta como me hace sentir

-Pues como nos hacen sentir a todas cuando nos empotran -soltó Eli casi sin pensar- lo que no entiendo es...¿qué haces aquí todavía?

-¿Por qué dices eso? - alcé una ceja

-Inma, amor mío - Eli comenzó a hablar- tienes a Isaza todo cachondo en su casa esperándote, si yo estuviera en tu lugar me habría faltado tiempo para ir a que me diera lo mío

-En eso estoy con Eli -añadió Sue- Ve a verle, disfruta 

Todas me insistieron en que fuera, y así lo hice. Miré el reloj, era casi la una de la madrugada y quizá Isaza ya estaría dormido, pero aún así llamé al timbre. Creí que me iba a morir de la vergüenza por aparecerme allí a esas horas. Isaza abrió la puerta frotándose los ojos.

-Ay no - dije -siento haberte despertado 

-No sé si pueda perdonarte, el sueño es algo sagrado - bromeó

-Si me dejas entrar quizá pueda compensarte -me insinué

-Quizá necesite que me convenzas para dejarte entrar - me bloqueó la entrada

Me quedé pensado unos segundos y sonreí de manera provocativa, mientras empezaba a desabrochar los botones de mi camisa. Isaza no apartaba la mirada de mi y sonreía ante la idea de que yo me desnudará allí, en mitad del pasillo.

-¿Suficiente incentivo? -pregunté abriendo la camisa y dejando al descubierto un sostén que dejaba poco a la imaginación.

Se pasó la lengua por los labios y me atrajo hacía él, agarrándome por la cinturilla del pantalón. Cerró la puerta tras de mí y de una forma casi brusca me giró quedando yo de cara a la puerta y él a mi espalda. No sabía por qué pero aquello había conseguido excitarme de una manera poco normal. Sentí sus labios cerca de mi oído y sus manos bajando lentamente por mi vientre hasta introducirse por debajo de mi ropa interior.

-No sé que me excita más, si ese sujetador o saber que soy yo quien provoca esto - susurró orgulloso al notar la humedad de mi entrepierna  

No dije nada. No me salían las palabras. Ya me había demostrado que era bueno con las manos, pero aquello era aún más intenso que la vez anterior. Su boca se desplazó a mi cuello llenándolo de besos y mordiscos suaves, mientras jugaba despacio con sus dedos. Aquello estaba siendo tan placentero que sentía que iba a deshacerme en cualquier momento, pero paró justo antes de que eso pasara. Me dio la vuelta para que le mirara. Me besó de una manera casi salvaje deshaciéndose al mismo tiempo de mi ropa.

Me llevó hasta su habitación, donde me echó en la cama quedando él sobre mí. Le ayudé a desvestirse, despacio acariciando con detenimiento su espalda. Fuimos despacio durante un largo rato, pero ambos necesitábamos culminar aquel momento, así que aceleró el ritmo hasta que ambos nos fundimos en un estallido de placer. Aquello había sido intenso y estábamos agotados, por lo que no tardamos mucho en quedarnos dormidos.

Cuando me desperté apenas eran las nueve de la mañana. Isaza ya no estaba en la cama y me levanté para buscarle. Él había dejado toda mi ropa sobre los pies de la cama, así que me puse mi ropa interior, bajo una camiseta de las suyas. Le busqué en la cocina y en el salón, pero no estaba por allí. Abrí la puerta de una de las habitaciones. Aquello parecía ser un pequeño estudio y allí estaba él concentrado en su guitarra.  Entré sin hacer ruido y me apoyé en el marco de la puerta observándole. 

-¿Cómo has dormido? - preguntó al percatarse de mi presencia

-Como un bebé - respondí - ¿Y tú? 

-Hacía tiempo que no dormía tan bien - dejo la guitarra sobre el sofá y se levantó para saludarme

Me sujetó la cara por la barbilla y me dio un beso corto en los labios.

-Me gusta como te queda esa camiseta - susurró con una amplia sonrisa

Fuimos a la cocina, donde se empeñó en ser él quien me preparara el desayuno y obviamente no opuse resistencia. Preparó café, zumo y picó algo de fruta. Se sentó a mi lado viéndome desayunar, como si aquello fuera un espectáculo digno de admirar.

-¿Tienes planes para hoy? - me preguntó

-Tengo que ayudar a Aleja en el comedor social - dije dando el ultimo trago a mi café-  ¿tú tienes algo pensado?

-Supongo que los chicos vendrán para trabajar en algunas canciones -contestó - aunque si soy sincero, me pasaría todo el día viéndote pasear por la casa con esa camiseta - dijo cuando me levanté para dejar la taza en el fregadero

-Pues creo que vas a quedarte con las ganas - reí

-Y es una pena - frunció el ceño

Isaza se encargó de fregar las tazas del desayuno, mientras yo me daba una ducha rápida. Me vestí con la ropa de la noche anterior y me despedí de él, hasta nuestro próximo encuentro.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora