Capitulo 75

1.4K 96 37
                                    

(Inma)

Quería abrir los ojos pero no podía, había algo que me lo impedía. No veía nada solo una espesa capa negra que me envolvía en una profunda oscuridad. Intentaba abrir los ojos, moverme o incluso decir algo, pero no podía. Era como si mi cuerpo no respondiera a mi cerebro que estaba más despierto que nunca. Oía a las enfermeras y médicos pasar a dónde fuera que yo estuviera. Sentía un horrible dolor de cabeza, que se hacía más y más intenso. Parecía estar en un limbo que aun me dejaba disfrutar de todo a mi alrededor, pero no del todo.

Escuché una puerta cerrarse y a alguien aproximarse despacio a la cama. No te como se sentaba al borde la cama y agarraba mi mano. Su tacto era frió y suave. No tardé mucho en reconocer a quién pertenecía esa mano.

-Hola primita - oí la voz de Sue- no sé muy bien que decirte, esto no es fácil...el doctor dice que eres capaz de escuchar todo lo que te decimos, pero viéndote así es difícil creerlo

Escuchaba sus sollozos y solo quería decirle que estaba allí con ella, pero mi cuerpo me lo impedía. Me sentía impotente y llena de rabia. No entendía muy bien qué estaba pasando. Dónde estaba o qué significaba eso.

-Todos ahí fuera estamos deseando que despiertes, que abras los ojos y nos sonrías - continuó hablando notablemente emocionada - no puedes irte ¿sabes? porque si te vas ¿con quién voy a ver Titanic en los momentos de bajón? - intentó reír - ¿a quién voy a robarle los vestidos del armario? y lo más importante ¿dónde voy a encontrar a una amiga, prima, hermana como tú? No tengo mucho tiempo para estar aquí, todos queremos verte y hablarte - sentí como una lágrima caía sobre mi mano - todos queremos que vuelvas de donde estés

Mi prima soltó mi mano y se levantó de la cama, quería gritarle que se quedase pero al oír la puerta cerrarse supe que ya era tarde. Percibí otros pasos acercándose a la cama. Notaba la presencia de quien quiera que fuera que estaba allí a centímetros de lo que suponía era mi cama de hospital.

-Hola Inma - me saludó Villa - no es justo ¿sabes? que tú estés ahí dormida tan plácidamente mientras nosotros estamos esperándote - bromeó - ya sabemos que te gusta dormir, tanto como a mi comer, pero ya va siendo hora de que te despiertes

Reí para mi. Me gustaba que me hablara así, quitándole hierro a algo que probablemente era duro para todos.

-Tienes que levantarte, y mandarnos a todos al carajo por molestarte en tu siesta - siguió hablando con ese tono jocoso, a pesar de que su voz sonaba emocionada - fuera de bromas, Inma, tienes que salir de esta porque apenas llevas unas horas así y ya te extrañamos

-Es mi turno - oí la voz de Eli a lo lejos

Villa se alejó, mientras Eli se colocaba a mi lado. Acarició mi brazo y se quedó unos segundos en silencio.

-Estoy en blanco - rió- no tengo ni la mínima idea de que decirte, así que iré a lo fácil - respiró hondo- tienes que despertar, perra. Tienes que luchar, ser fuerte - continuó - tienes que salir de dónde estés y volver con nosotros que seguro te vamos a cuidar mejor.

Quería reír a carcajadas. No me sorprendía eso de Eli y de hecho me encantaba que fuera tan espontánea incluso en un momento como aquel.

-Eres muy importante en nuestras vidas, y no puedes dejarnos solos - dijo sujetando mi mano - no seas tan mala, no nos hagas esto quédate aquí con los que te queremos

Tras Eli, fue Simón quién entró. Estaba segura que él traería también un poco de humor consigo. Se sentó a los pies de la cama. Me lo imaginaba allí, mirándome serio mientras se colocaba las gafas.

-Sé que te llevas mejor con Villa que conmigo - empezó a decir divertido- pero ¿sabes qué? al igual que él yo también te considero una gran amiga, eres de esas personas risueñas que se lo contagian a todo el mundo, y créeme, ahora mismo es algo que todos necesitamos - hizo una pequeña pausa - nadie de los que estábamos aquí, salvo Juan Pablo y las chicas, sabíamos tú historia y al conocerla, he de decirte que eres toda una valiente, y te admiramos mucho - continuó hablando- eres parte de esta familia y si se te ocurre dejarnos huérfanos, como abogado que soy, no tendré más opción que demandarte por ello

Simón había mencionado a Juan Pablo y me preguntaba cómo estaría él. Aleja y Martín decidieron entrar juntos. Ella no podía apenas hablar por la emoción pero aún así saco fuerzas.

-Pechocha - me dijo con voz tierna - te extrañamos, queremos que te despiertes y nos sigas dejando disfrutar de tu alegría, como haces siempre...- se le quebró la voz

-Hey, ven acá - oí a Martín - Inma se va a despertar, no nos vamos a librar tan fácilmente de ella - bromeó intentando animar a su novia - seguro que solo se esta haciendo de rogar para que le digamos cosa bonitas

-Pues sí es así, está demorándose mucho - dijo ella intentando reír

Sentí como Aleja se acercaba a mi y depositaba un beso tierno en mi mejilla. Quería achucharla con fuerza y calmar su lágrimas, pero mi cuerpo seguí sin responder. Les oí salir de la habitación y al poco rato otros pasos se acercaron a mí. Solo quedaba una persona por visitarme y estaba ansiosa por oír su voz. Se sentó a un lado de la cama y su mano, cálida y un poco temblorosa acarició mi mejilla. Aquel tacto eres inconfundible.

- Hola pequeña - dijo con la voz rota - me cuesta hablar sin llorar, verte así me parte el alma pero sé que ahora no necesitas un saco de lamentos a tu lado, sino un apoyo, alguien que te transmita fuerza y te haga abrir esos preciosos ojos verdes - respiró hondo - quiero que seas fuerte y pelees hasta el final, porque ahí dentro hay alguien más que depende de ti - colocó su mano sobre mi vientre - a pesar de lo triste de todo esto, no te haces a la idea de lo feliz que me hace saber que voy a ser padre a tu lado

¿Padre? ¿De qué estaba hablando? ¿Estaba embarazada? Aquella era una fea forma de enterarme de esto pero ahora entendía muchas cosas. Todos mis malestares, mis infinitas ganas de dormir y esas absurdas ganas de comer por comer.

-Sé que a ti te hacía más ilusión la idea de convertirte en koala, pero el pronóstico es diferente- dijo medio riendo-Siento que te he fallado, que os he fallado a ambos. Que todo esto no estaría pasando si yo hubiera estado ahí, me gustaría dar marcha atrás, pero no puedo - dijo al borde de las lágrimas mientras acogía mi mano entre las suyas

No podía oírle así y quedarme allí inmóvil, sin hacer nada. Esto no era culpa suya y no podía dejar que se echara una responsabilidad tan grande encima. Así que saqué las pocas fuerzas que me quedaban para poder al menos abrir los ojos o mover aunque fuera un simple dedo. Y de repente, mis párpados se despegaron y esa oscuridad que me envolvía empezó a desaparecer. Podía verle, algo borroso debido a que mis ojos estaban empañados, pero ahí estaba él.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora