(Isaza)
Llevábamos prácticamente todo el día dentro del estudio, lo que venía siendo habitual estos días previos a nuestra gira en España. Los chicos habían venido a primera hora de la mañana y ya debía estar bien entrada la tarde. Inma se había encargado de llevarnos comida a mediodía y también de llevarnos algo de beber cada cierto tiempo.
-Y aquí es donde entraría el solo de banjo - dijo Simón a Villa- tal y como hiciste en el último concierto que dimos en México
-Me parece bien - respondió Villa asintiendo con la cabeza
-Muchachos ¿por qué no lo dejamos por hoy? - propuso Martín - ya me cansé de estar aquí
-De hecho deberíamos tomarnos un par de días libres - añadió Simón
-Votó por eso - dije entre bostezos - nos vendrá bien descansar
Tras recoger los instrumentos y acordar tomarnos esos días de descanso, salimos del estudio. En la puerta, nos cruzamos con Inma y Malta que venían de dar un paseo.
-¿Ya habéis acabado? - preguntó ella
-Sí, y te vamos a dejar tranquila unos días - le guiñó Martín un ojo de forma amigable
-Que mucho aguantaste estos días - añadió Villa
-Ahora solo tendrás que aguantar a Isaza - bromeó Simón
-Creo que sobreviviré - respondió ella riendo
-Rezaremos por ti- dijo Martín dándole unos golpecitos en el hombro
-Que chistosos todos - dije mirándolos mal
Se despidieron. Dejándonos solos a Inma, Malta y a mí. Ambas fueron a la cocina a beber agua. Venían casi con la lengua fuera, así que suponía que el paseo había sido largo y que Inma había hecho que Malta corriera más de la cuenta.
-¿Qué quieres para cenar? - preguntó Inma dejando el vaso en el fregadero
-Hoy pedimos la cena - respondí agachándome para acariciar a Malta - bastante estás cocinando estos días
-No tengo nada mejor que hacer- respondió- pero no te voy a discutir
-Me ducho y pensamos que pedimos ¿te parece? - dije aun a la altura de Malta
-Me parece - me revolvió el pelo al pasar por mi lado
Me metí en el baño y me dí una ducha más larga de lo habitual. Cuando salí me coloqué la toalla y oí a Inma reír en el salón, así que tras ponerme la ropa del pijama, me asomé mientras me secaba un poco el pelo con una toalla del lavabo. Estaba tumbada junto a Malta en el suelo y jugando con ella. Inma no podía parar de reír ante las tonterías que la perrita hacía. Tomé mi teléfono de la mesa y las grabé para llevarme aquel momento a España.
-No, Malta - dijo Inma casi llorando de la risa cuando nuestra perrita se tumbó sobre ella y empezó a lamerle la cara
-Tanto buscarla, al final la encontraste- reí
-Ay para, por favor - intentó quitarse a Malta de encima sin poder parar de reír
He de decir que ver a Inma cuando le daban esos ataques de risa era algo tan dulce como divertido. Parecía una niña pequeña que reía con la cosa más absurda y para colmo, tenía una de esas risas contagiosas con las que al final acabas riendo tú también. Cuando consiguió que Malta se apartará, la ayudé a levantarse. Aun le caían lágrimas de la risa mientras intentaba relajarse y se llevó la mano al vientre.
-Me duele la tripa de tanto reír - se quejó divertida
-A veces eres como una niña - sonreí al verla así
-¿Pedimos la cena? - preguntó ya calmada
-¿Qué se te antoja? - le dije
-Pizza - sonrió - y sin piña, por favor -me miró amenazante
-Está bien - reí
Pedí un par de pizzas mientras ella se ponía un vestido cortito y con algo de escote que usaba a veces para dormir.
-Yo abro - dijo al oír el timbre
-No, mejor abro yo -bromeé- no sea que el pizzero se enamoré y tenga más competencia
Se dirigió a la puerta y abrió. El repartidor, un chiquillo que no pasaría de los veinte, se quedó embobado al verla.
-Buenas noches, su pedido- dijo casi babeando
-Muchas gracias - sonrió ella- aquí tienes el dinero, y quédate con la vuelta - le guiñó un ojo
-Gra...gracias - respondió trabándose
Inma cerró la puerta tras despedirse y me miró riendo. Ella pasó al salón, mientras yo iba a por un par de refrescos y unas servilletas. Nos sentamos en el suelo frente a la pequeña mesa que teníamos delante del televisor.
- ¿Estás cansado? - preguntó tras darle un bocado a su porción de pizza
- Sí, un poco - respondí- estos días estás siendo ajetreados y además tengo un horrible dolor de espalda - me quejé
-Si quieres, cuando acabemos de cenar te doy un pequeño masaje para el dolor - se ofreció
-¿También sabes dar masajes? - pregunté alzando una ceja
-No, o sea, no de formar profesional -se explicó - pero algo sé
-Estoy deseando comprobarlo - le guiñé un ojo
Terminamos de cenar mientras veíamos una de las temporadas de 'The Big bang theory' a la que Inma me había aficionado. Recogimos todo e Inma me pidió que me quitará la camiseta y me tumbará bocabajo en el sofá, mientras ella iba a por una crema al baño. Al volver se acomodó colocando sus rodillas a ambos lados de mis caderas y echó un poco de la fría crema sobre mi espalda. Empezó a masajear despacio con esas manitas, que sabían exactamente como tocarme y así estuvo, consiguiendo que me relajara durante unos minutos, hasta que decidió sacar a la Inma bromista de nuevo.
-¡Me encantas! - exclamó con voz de niña emocionada - estás tan mullidito - me pellizco esos kilitos de más
-Inma me estás haciendo cosquillas - reí
-¿En serio? - lo hizo más adrede
-Oye, para - dije intentando mirar para atrás
-No puedes moverte ¿eh? - dijo en tono divertido e intensificando las cosquillas
Intenté no reírme, pero era imposible. Como pude me di la vuelta, evitando que ella cayera al suelo y conseguí agarrarle las manos para que parara. Me miró con cara de susto pensado que le devolvería ese ataque, hasta que al final no pudo evitar reír.
-Perdón, no he podido evitarlo- se excusó- es que estás tan blandito
-Solo me quieres por mis carnes - dije negando con la cabeza con indignación
-Sí, lo reconozco - se echó a reír - tus carnes son mi nuevo vicio - bromeó haciendo referencia a la canción
-Hoy estás tonta de más - reí
-Estoy feliz - respondió encogiéndose de hombros- así que disfruta de mi buen humor - se inclinó para besarme
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¿Quién te dijo esa mentira?
FanficAl final del camino siempre encuentras a esa persona capaz de reparar un corazón tan roto que parecía no tener arreglo. Sabe exactamente que hacer, o decir para cicatrizar esas heridas que no cerraban. Por que a veces tenemos que rompernos, para q...