Capitulo 54

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(Isaza)

Hoy era nuestro ultimo día en Cartagena, así que decidimos pasar el día en la ciudad. Inma quería comprar algunos regalitos para las chicas y también para mis hermanas. Ella iba más adelantada que yo, recorriendo los puestos y parándose en cada uno de ellos. Tras pagar algo en uno de ellos se acercó a mi y agarró mi muñeca, colocando en ella una pulsera hecha a mano e la que colgaba un pequeño adorno en forma de guitarra.

-Por si tenía pocas guitarras, otra más - bromeé

-Es para que te acuerdes de mi cuando te vayas a España - dijo entrelazando sus dedos con los míos

-No me hace falta una pulsera para acordarme de mi chica - le guiñé un ojo

Seguimos dando un paseo por allí, pasamos pos una pequeña plaza en la que sin previo aviso y delante de todo el mundo un hombre ya entrado en años se arrodillo para pedir matrimonio a la que sería su futura mujer. 

-Y así es como se pide matrimonio - dijo Inma al ver a aquel hombre

-¡Uy!  ¿Y ese ataque?- reí 

Ambos contemplamos a aquella pareja. Inma sonreí embobada, disfrutando de aquella tierna escena. Pase mi brazo sobre sus hombros y la atraje hacia mi. Admiramos a aquellos viejitos que se juraban amor delante de decenas de personas que los miraban casi emocionados y que cuando ella aceptó rompieron en aplausos y felicitaciones.

-¡Enhorabuena! - exclamé- yo también me voy a casar con esta mujer - dije en voz bastante alta llamando la atención de todos 

-¿Qué haces? - preguntó Inma toda colorada 

-Quiero que se enteren todos de que ¡esta preciosa chica se va a casar conmigo! - reí 

-Ya para - escondió su cara en mi pecho avergonzada- te odio mucho

-Sabes que eso no es verdad - dije entre risas

La gente sonrió divertida ante la reacción de Inma, dándonos la enhorabuena y deseando que todo nos fuera bien. Hasta que Inma, timida y muy ruborizada por el momento, tiró de mí para que nos fuéramos de allí. Reí para mí, porque no recordaba haberla visto así antes y me resultó algo realmente tierno.  Cuando nos alejamos lo suficiente me dio un golpe en el hombro.

-Ahora es cuando debería tirarte el anillo a la cabeza  - me miró mal

-Pero no lo harás - reí

-¿Cómo estás tan seguro? - frunció el ceño fingiendo estar enfadada 

-Porque tienes tantas ganas de casarte como yo - respondí abrazándola - aunque no lo reconozcas

-A lo mejor se me han quitado todas después de esto - puso cara seria

-Ni tú te crees eso, mi niña - la besé despacio disfrutando de sus labios

-Sí crees que por ese beso, voy a perdonarte la vergüenza que me has hecho pasar, vas mal - se giró y empezó a andar

Sabía que por dentro ella misma se estaba riendo, pero me encantaba cuando fingía  pataletas solo para que yo la mimara como si de una niña se tratase. Caminó despacio y miró un poco de reojo para ver si yo la seguía. Quise hacerla sufrir un poco así que recorrimos así todo el camino de vuelta al hotel. Entramos en el dormitorio del alojamiento y ella se sentó en la cama mirándome seria y con los brazos cruzados como una niña enfadada, reí y me acerqué. La besé recostándola sobre el colchón y acomodándome sobre ella. Posó su manos en mi cintura atrayendo mi cuerpo al suyo.

-¿Vas a seguir mucho tiempo con el morro torcido? - pregunté con mis labios prácticamente rozando los suyos

-Todo el que haga falta hasta que me devuelvas las ganas de casarme- respondió provocandome

-Creo que sé como hacerlo -dije antes de empezar a besar su cuello

-No, amiguito no - me alzó la cara - Tienes que ir un poquito más abajo

-Haces conmigo lo que quieres - sonreí 

-Tienes que compensar lo mal que me lo hiciste pasar en esa plaza - susurró de una forma muy sugerente - así que, mi amor, ya sabes que hacer- me guiñó un ojo

No dije nada más, solo la besé para después cumplir su petición. Así que me deslicé entre sus piernas, apartando su vestido y su ropa interior, para compensar su vergüenza.

-Ya se te pasó la pataleta - volví a su boca tras acabar

-Puede - susurró intentando calmar su respiración

-¿Tengo que volver? - la miré divertido

-No - me besó - pero solo porque nos tenemos que volver a Bogotá, sino...-bromeó

Nos levantamos de la cama. Inma fue al baño, mientras yo llevaba las maletas a la puerta. Apenas media hora después, ya estabamos en el coche de vuelta a Bogotá.

-¿Sabes? Me dan miedo las chicas cuando vean este anillo - dijo buscando una emisora de radio

-¿Aún no les dijiste nada? -pregunté

-Es una noticia para contarles en persona, no por telefono - se encogió de hombros - además las he ignorado un poco durante el viaje

-Me alegra que aun no hayas dicho nada, porque me gustaria que les dieramos la noticia juntos - dije sin apartar la vista de la carretera

-Tania y Alejo van a pensar que queremos hacerles la competencia - bromeó

-Te aseguro que se alegraran por nosotros - rei- y ya te confirmo que hay dos personitas que están encantadas con que nos casemos

-¿Angela y Susana? - preguntó - lo sé, ayer me mandaron algunos mensajes para que vaya con ella a celebrarlo

-Me hace muy feliz que os lleveis tan bien - confesé

-Son muy adorables - rio- y reconozco que siempre he querido tener hermanas pequeñas, asi que me encanta pasar tiempo con ellas

-¿El hermano también es adorable?- bromeé

-A ratos -contestó risueña

El primer trayecto del viaje, se nos hizo corto. Lo pasamos hablando, riendo y cantando las canciones que sonaban en la radio. Aun no habíamos vuelto a Bogotá y ya estaba deseando emprender un nuevo viaje con ella. Este viaje había sido especial, no solo por el compromiso, sino por que era el primero de muchos viajes juntos y porque habiamos pasado unos días increibles en la ciudad que vio nacer toda esta loca historia de amor infantil.

¿Quién te dijo esa mentira?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora