CAPÍTULO 1

6.5K 320 15
                                    


Este fanfic ha sido corregido a medida que la historia ha avanzado, por eso mismo se podrá notar como los primeros capítulos son muy cortos y sin tanta dedicación como los más recientes.

Perdón la interrupción y gracias por leer ♡


⊱•••━━━━━━《 ✮ 》━━━━━━•••⊰⊹

Me encontraba tumbada en el sofá, mirando el móvil, como la mayor parte del tiempo. Mis ojos se cerraban, estaba cansada y aburrida de ver como los demás fingían tener la vida perfecta a través de redes sociales. Todos compartían la ilusión del primer día de vacaciones después de una larga jornada escolar, con fotos de playas, selfies divertidos y canciones veraniegas, de esas que ni siquiera recuerdas tres meses más tarde.

Estaba a punto de quedarme dormida, deseando poder descansar después de aquel largo último día de instituto, pero el estruendoso ruido de la puerta me sobresaltó, quitándome el sueño de golpe.

— T/N, tengo que decirte algo— pronunció mi madre en voz baja, pudiénse notar cierta preocupación en su tono, lo que me alarmó.

— Dime, mamá— dejé el aparato a un lado para poder prestarle toda mi atención.

— Yo, hay un pequeño detalle que quizás no te había contado hasta ahora— sus palabras parecían temblar.

— ¿Qué ha pasado? ¿Te encuentras bien?— me levanté del sofá rápidamente, preocupada por si había ocurrido algo.

— Estoy bien. En verdad, estoy más que bien— rió con vergüenza, acariciando mi desordenado cabello.

— Entonces, dime, ¿qué ocurre?— el ritmo de mi respiración comenzó a normalizarse de nuevo.

— ¿Recuerdas que llevo un tiempo hablando y conociendo a un chico?— dejó el bolso sobre la mesita del salón.

— ¿Chico?— alcé una ceja, haciendo una mueca para aguantarme la risa— Querrás decir señor.

— Bueno, calla, hija, eso es lo de menos— rodó sus ojos y me miró, casi fulminándome con la mirada.

— Sí, sí, lo recuerdo. Young Jun— pronuncié el nombre del hombre que recientemente había estado saliendo con mi madre.

Sabía que se habían estado viendo. Se conocían de hacía tiempo, años, pero nunca tuvieron una relación muy estrecha, apenas habían hablado un par de veces hasta hacía poco más de dos años, antes de que se fuera mi padre.

— Sé que te sonará algo precipitado, pero hemos estado hablando y...— carraspeó y se sirvió un poco de agua en un vaso— Me voy a casar— habló en un susurro, sentándose en el borde del sofá después de haber dado un sorbo al agua.

En cuanto oí dichas palabras me quedé atónita. Mi madre siempre me lo contaba todo, al igual que yo lo hacía con ella, por lo que, no sabía si sentirme decepcionada o emocionada por aquella inesperada noticia.

— ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Pero— abrí mis ojos como platos, dejando salir todas y cada una de las miles de preguntas que invadían mi mente mientras volvía a sentarme en el sofá.

— Cariño, cálmate. Responderé a todas tus preguntas, pero ve más despacio— me avisó, haciendo un gesto con sus manos para que me tranquilizara— Era mi amigo desde hacía décadas y, cuando papá falleció me estuvo ayudando en cuando más lo necesitaba— me explicaba con melancolía, jugando con sus manos nerviosamente— El señor Bae se declaró hace un par de semanas, en una de nuestras citas. No pude evitar emocionarme por ello y obviamente acepté— se acomodó en el borde del sofá— Tenía miedo de decírtelo porque sé el aprecio que le tenías a tu padre y no supe cómo hacerlo, así que fui posponiendo el momento hasta que me di cuenta de que se me agotó el tiempo. Por favor, no me odies— finalizó con pequeñas lágrimas inundando sus ahora rosadas mejillas.

— ¿Dos semanas!?— bajé del sillón de forma alterada, posando mis manos sobre mi cabeza por el asombro.

¿Cómo era posible que mi madre me hubiera estado ocultando eso durante tanto tiempo? ¿Y cómo no me había dado cuenta antes?

— Sí. Mañana nos iremos a casa del señor Bae para conocer a toda la familia.— hizo una breve pausa— Habrá que conocer la casa en la que viviremos, ¿no?— rascó su nuca con nerviosismo mientras yo intentaba procesar toda la información que me estaba escupiendo.

— ¿¡Que!?— exclamé, dejándome caer en el sofá una vez más. Al final acabaría en el suelo.

— Lo siento, cielo— se disculpó de forma sincera— Al menos no estarás sola. Yo g Jun tiene unos hijos encantadores— sonrió débilmente, intentando animarme.

— Está bien— suspiré, queriendo ser optimista. Pensándolo bien, mi madre tenía una gran carga encima y yo no podía estar regañándola— ¿Cuántos son?— pregunté, esperando que fueran dos o como mucho tres.

No me llevaba muy bien con la gente de mi edad, mucho menos con los chicos, al fin y al cabo lo de socializar no es que fuera precisamente lo mío.

— Ya lo verás cuando lleguemos. Ahora ves a hacer la maleta y ponte a dormir, mañana nos tenemos que levantar temprano— me dedicó una cálida sonrisa mientras se levantaba, cosa que me asustó un poco al principio.

— Ya voy— renegué entre suspiros, levantándome del sillón con parsimonia.

Me fui a mi habitación, frustrada por tal situación, y empezé a hacer mis maletas perezosamente, sin tener muy claro todo lo que acababa de pasar.

Al llegar abrí el armario frente a mí, sacando toda la ropa que pude permitirme cargar y empezé a pensar en voz alta mientras la guardaba en la gran maleta.

— ¿Por qué me ha tenido que pasar esto a mí? Las dos estábamos bien solas. No necesito a nadie más— dije con un aire entristecido, empujando la montaña de prendas dentro.

Sí, efectivamente, estaba hablando sola, pero no eres nadie para juzgarme por ello. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez?

Cuando acabé estaba demasiado cansada como para seguir en pie, así que me tiré en plancha hacia la cama con el propósito de poder dormir un poco.

— Estoy agotada— murmuré contra mi almohada, hasta que a los pocos minutos el cansancio me consumió y acabé durmiendome plácidamente.

Aquella noche estuve soñando con lo ocurrido. Miles de imágenes y situaciones distintas pasaban por mi cabeza. Temía que los hijos del señor Bae fueran unos críos de diez años que estarían tocándome las narices todos los días, que la casa sería casi tan vieja como el respirar o que aquel hombre no resultara ser tan amable a espaldas de mi madre, así que, sólo pude rezar, aun sabiendo que no creía en Dios y esperar  a que todo saliera bien, dentro de lo posible.

Blood Tears | BTS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora