Capítulo 86

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Me encontraba sentada frente a la barra de la cocina comiendo un pequeño tazón con yogurt, Rose se había ido al supermercado y es lamentable que mis ganas de ir con ella para ayudarle con las compras no puedan ser posibles de cumplir.
Creo que mi estómago ahora estaba siendo complacido después de haberme negado a desayunar antes, seguramente mi bebé está comiendo cómodamente, eso es agradable...
La silla que estaba a mi lado se arrastró así logrando interrumpir mis pensamientos de maternidad, su camisa estaba desabrochada y sólo unía los botones de sus mangas, mis ojos traviesos rápidamente divagaron por cada cuadrito de su abdomen, rápidamente aleje mi mirada cuándo note que sus ojos se centraron en mí.
Mario: pensé que no tenías hambre.- arrastró la silla quedando un poco más cerca de mí, creo que mi subconsciente estaba actuando de una forma tan estúpida al causar que me sienta más nerviosa de lo normal con su cercanía.
Tn: estoy embarazada ¿lo olvidas?- mire mi tazón el cuál estaba apuntó de quedar vacío y removí un poco el yogurt para después meterlo a mi boca.- quizás en unos segundos diré que estoy llena pero en 5 minutos vendré a comerme todo el refrigerador.- soltó una pequeña carcajada y se recargó sobre su hombro ¿por qué no abrochaba su camisa? No puedo verlo sí está así.- ¿puedes abotonar tu camisa? Estoy incómoda.- no escuche nada proveniente de él, solo sentí cómo el banco en el que me encontraba se giraba rápidamente. Se inclinó hasta dónde estaba yo y metió la cuchara a sus labios así comiendo lo que había en ella, segundos después metió su mano entre mi cuello y me acercó hasta él.
Su respiración tranquila chocaba con la mía la cuál lo atacaba de una forma bastante alterada, estaba inmóvil ahí sentada y odiaba que eso fuera así. Unió sus labios a los míos transmitiéndome ese sabor delicioso a fresa, su otra mano me tomo de la cintura para apegarme más a su cuerpo, por un momento intente safarme pero poco a poco deje de hacerlo y sólo me quedé quieta.
Sus labios dejaron de actuar agresivos y comenzaron a moverse suavemente sobre los míos, la mano que me obligaba a estar cerca se suavizó y acarició mi mejilla.

Me PertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora