Capítulo 125

7.8K 352 9
                                    

Cuándo terminamos de comer nos apresuramos para poder llegar al cementerio, faltaba poco para la junta que Mario tendría así que no quería que se retrasará. Nos encontrábamos caminando por un pasadizo con pequeñas piedritas húmedas para poder llegar a la tumba de mi abuela, sentía cómo mi pecho era presionado por ese sentimiento que me destrozaba y el nudo en la garganta que me causaba demasiado dolor, estaba evitando a toda costa que mis ojos no se cristalizaran nuevamente pero no estaba funcionando, en cuanto él lo notó me tomó de los hombros para pegarme suavemente a su costado.
Llegamos a la tumba de mi abuela, todos los arreglos florales que tenía estaban completamente marchitados y las sobras de estos estaban regadas por las orillas, tomé la corona de flores que Mario había comprado porqué según él no quería llegar con las manos vacías ya que visitaría a su suegra, la coloqué en el inició de su cruz para que así no pudiera volarse por el viento. Los recuerdos atacaron mi mente nuevamente haciéndome sentir débil, me coloque en cuclillas frente a su tumba y hundí mi cara entre mis brazos los cuales se encontraban cruzados sobre mis rodillas, me parecía escuchar su dulce voz diciéndome que estaría siempre a mi lado sin importar que.
Los brazos de Mario se enredaron en mis hombros para después pegarme a su pecho nuevamente, mi alma se sintió consolada y apoyada así que decidió sacar todo lo que llevaba guardado desde hace tiempo, las lágrimas salían sin parar y ese dolor en la garganta no desaparecía, la mano de Mario acariciaba mi cabello una y otra vez, fue entonces cuándo él comenzó a hablar.
Mario: Hola, soy el novio de su hija.- me desaparte de él y lo mire atentamente, estaba concentrado en aquella lápida.- lamento no haberla conocido antes, me hubiera gustado tomar un café con usted para pedirle oficialmente que su hija fuera mi novia, sé que probablemente me estará odiando por la manera en la que logré tenerla y creame que yo también me odio por eso, estaba tan cegado que ni siquiera pensé en conquistarla, lo que sí puedo jurarle es que estoy enamorado de ella cómo un maldito loco y la amo cómo nunca pensé amarla.

Me PertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora