Niñera

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(Relacionado a Sentido de Pertenencia II)
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Una hermosa joven castaña soltaba un bostezo en la enorme sala de estar. Una mansión en un sector acomodado, donde hay más personal de servicio que habitantes de un hogar como tal, es más, siquiera se podía llamar ese lugar un "hogar". Esa hermosa castaña solo era "la niñera", y en la semana que llevaba trabajando en la ostentosa mansión Redfield se había dado cuenta que esa "familia" de familia solo tenía el nombre legal. Le parecía un chiste de pésimo gusto como la madre de los adorables mellizos fingía ser una madre amorosa y cariñosa frente a las cámaras para luego seguir siendo una mujer sarcástica, vanidosa, y pretenciosa.

- Una clásica snob - se decía a sí misma la niñera.

Del padre ni hablar, un hombre de negocios frío y calculador que sólo se dirigía de vez en cuando al varón para reprocharle estupideces, y a la adorable niña solo la miraba con desdén una que otra vez para recordarle qué: "más te vale ser una señorita de bien, ya que no eres inteligente debes verte bien para casarte con un hombre de buena familia al menos".

- Un clásico imbécil, esa niña es adorable -

Por mucho que la niñera quisiera tomar a ambos niños y huir, no podía. Además, siquiera era una verdadera niñera.
Ella era Lady Makuro, una agente encubierta vigilando los negocios del Señor Redfield que en medio de una investigación se vieron indicios de fraudes. No fue muy difícil hacerce pasar por niñera, en esa mansión ninguna niñera duraba mucho. Apenas alguna empleada hiciera algún comentario u observación de malos tratos de los padres hacia los niños eran despedidas no sin antes firmar un acuerdo de confidencialidad muy bien remunerado.

No fue difícil poner cámaras ocultas en el despacho del dueño de casa, copias de los documentos, incluso encontrar las pastillas automedicadas de la despampanante Señora Redfield. Las criadas de limpieza y cocina también murmuraban entre ellos como todo era una fachada, una casa y familia de mentiras y lamentaban la falta de cariño con niños.
A escondidas las joven de limpieza de vez en cuando jugaban con los pequeños, o la niña se escabullía a ver al chef preparando los platillos. Incluso el chófer más de una vez se metió en problemas por sacar a pasear a escondidas a los niños por alguna golosina en la calle.

- Limitate a conducir y no sacar a los niños ¿Te imaginas si alguien los ve tomando helados de puestos en la calle? ¡Qué escándalo! Agradece que te permito conservar tu empleo - reprochaba la Señora.

Las grabaciones eran transmitidas y grabadas a una computadora donde eran analizadas por expertos. Lady también participaba en los análisis de aquellos videos, era su primer año como encubierta, una novata y quería hacer las cosas bien.
Incluso los detectives y policías dentro de los análisis de audios y vídeos murmuraban: "que asco la vida de esa gente... Pobres criaturas ¿A qué hora los dejan ser niños?".

Y así pasaron los días, y semanas.

Lady no quería encariñarse con esos pequeños desafortunados encerrados en una jaula de oro y expuestos como si fueran adornos ¿Pero cómo no hacerlo?, eran dos pequeños hermanitos tan carentes de afecto y tan bien portados que era imposible no se tiene algo por ellos.

Dos mellizos, una niña y un varón.

Eren Redfield, el mayor. Un pequeño de tez blanca, ojos ámbar, un cabello rojizo oscuro y contextura delgada. Adora leer, siempre está escabullendose en la biblioteca sacando libros que ni a un adulto llamaría la atención, pero para él eran su contacto con el mundo, un mundo lleno de fantasía y sueños.

Eri Redfield, una adorable jovencita de ojos brillantes y un cabello más claro que su hermano. Menudita y de carita redonda que le daba un aspecto aún más dulce. Siempre cerca de su hermano, cayendo por tropezar con las alfombras o no prestar atención a los cambios de los muebles que constantemente su madre cambiaba.

Hataraku Saibou (Historias breves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora