Éxtasis

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¡Feliz San Valentín!

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La eritrocito de ojos ámbar dió un profundo suspiro, estaba hecha un manojo de nervios pero decidida.

En su habitación estaba durmiendo el apuesto soldado blanco que le quitaba el sueño ¿Por qué? Pues se había hecho un hábito...

Un día cerca de llegar a casa él la salvó de una bacteria. Ella le invitó un té en su departamento para curar sus heridas, se quedó a dormir en el sofá, al otro día pasó similar, y así se hizo algo que ocurría casi día por medio.

No era como si eso le molestase, al contrario. Al día siguiente cuando el se iba, ella adoraba sentir su aroma varonil en la almohada. Se abrazaba a la almohada imaginando cómo sería dormir abrazada él, con esos brazos tan fuertes, ese pecho marcado por tanto entrenamiento... Esos labios. ¿Existe otra célula en el universo con una boca más jodidamente perfecta? Se preguntaba la pelirroja recordando la comisura de los labios masculinos que la volvían loca.

Quiero besar esos labios,
Quiero sentir esos brazos...

Un nuevo suspiro frente al espejo del baño, podía sentir sus mejillas hirviendo por aquellos pensamientos «impuros» sobre su querido Señor Leucocito. Pero ya no había vuelta atrás, se prometió a su misma que esta vez, ese hombre no iba a salir de su casa sin sacarse ella la necesidad de besar esa boca.

Se puso un poco de perfume, humectó sus labios con un bálsamo de fresas, se rizo las pestañas. Cepilló su cabello en un vano intento de bajar ese rizo rebelde, más no pudo.

Si vio una y mil veces en el espejo diciéndose a sí misma: "no estás tan mal, ánimo".

Aún había algo de vapor en el baño después de la ducha, sentía la suavidad del pijama rosa y encaje negro de verano en su piel aún algo húmeda. Soltó un nuevo suspiro antes de salir de la habitación del baño para entrar al dormitorio.

Y ahí estaba él, dormido boca arriba en su propia cama. Con su pantalón de servicio, y una polera blanca que no dejaba mucho a la imaginación.

Hakkekkyuu-san,
Te ves tan lindo dormido...

A paso lento sin hacer ruido se acercó a la cama donde dormía el varón, su cama.

Se inclinó con cuidado y besó con ternura esos labios que le causaban insomnio.

Por alguna extraña razón, siempre los imaginó fríos. Quizás por las constantes duchas frías que tenía que soportar.

Tus labios son tan cálidos,
Hakkekkyuu-san...

Listo, para ella eso era una victoria. Salió del profundo deseo de probar esos labios...

Es lo malo de ceder a un capricho, o a un antojo...

Después quieres más...

Hakkekkyuu-san,
Hakkekkyuu-san.
¿Me das tu un beso?
Sólo uno...

El agradable perfume de la chica había despertado los sentidos del soldado. Con lentitud abrió los ojos para encontrar a una hermosa pelirroja casi sobre él robándole un beso.
Esa dulce chica con los ojos cerrados mientras le arrancaba tímidos besos jurando que él dormía.

Hataraku Saibou (Historias breves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora