Hataraku Saibou (Historias breves)

Lo bueno de lo malo

Malo... Es estar atrapados tres días en fibrina.

Bueno... Es que al menos es en una grata compañía.

Malo... Es una posición un poco incómoda.

Bueno... Era eso o salir volando y desaparecer de este mundo.

En un resignante suspiro U-1146 se comenzó a hacer la idea de que iba a estar atrapado por lo menos tres días en la fibrina, cortesía de las plaquetas. La situación era algo incomoda, pero si tuviera que saltar a la red una y mil veces para evitar que AE3803 se fuera de este mundo, lo volvería a hacer.

A penas llevaban las primeras dos horas, habían platicado de varias cosas. Principalmente... No, el realidad era ella quien hablaba, el soldado blanco se limitaba a escucharla, observar como sus expresiones eran tan marcadas cuando contaba con alegría sus anécdotas. Su expresión favorita, era esa tierna sonrisa llena de dicha cuando contaba que había logrado entregar un pedido sin equivocarse; como sus mejillas se teñían levemente de carmín, sus iris brillaban, alzaba un poquito los hombros mientras hablaba sonriente, y le encantaba, porque hacía ver su carita un poquito más redonda de lo que ya era y le daba un aspecto aún más adorable. Definitivamente, esa era su expresión favorita de AE3803.

- Ah, que desconsideracion la mía ¡Llevo horas hablando y tú no haz dicho nada, Hakkekkyu-san! -

El varón dió un pequeño brinquito, era alguien de pocas palabras, le hubiera encantado tener esa misma energía de la muchacha y decirle: "No, no. Por favor sigue hablando tú, me gusta escuchar tus historias".

- Soy mejor escucha que hablante, por favor, continúa - insistió el albino.

La pelirroja parpadeó sorprendida, eso fue lindo, la expresión del varón fue linda.
AE admitía que la mirada azabache sobre ella la ponía un poco nerviosa, el iris oscuro era penetrante, contrastaba con la piel tan pálida del soldado, pero a la vez, esa mirada podía causar ternura... La ausencia de un color en aquel iris daba la ilusión de tener la pupila dilatada, había que mirar con atención para darse cuenta que, su pupila si se dilataba cuando venía té, se contraía cuando algo le disgustaba. Sus ojos brillaban ante la luz, eran tan expresivos, tenían tanto que decir, tantos misterios, le daban tanta curiosidad.

- Hakkekkyu-san ¿Qué te gusta hacer? -

- Me gusta hacer mi trabajo -

- Pero, me refiero a algo más. Ya sabes, algo que te haga feliz - Trato la muchacha de explicarse un poco mejor, pero siendo honesta, ella sabía que a veces los demás no entendían bien como se expresaba.

- Trabajar me hace feliz, Sekkekkyu. Porque cuando hago bien mi trabajo, puedo ayudar a los demás. Cuando hago bien mi trabajo, células que están en peligro pueden tener un día más de vida - Respondió el varón sorprendiendo a la chica.

- Eres realmente noble -

Hasta ese inocente comentario, la eritrocito jamás antes se había percatado de que las mejillas del varón no se tenían de rojo, se teñían de un leve color rosa. De que sus pestañas perladas eran gruesas y tupidas, pero en perfecta armonía con los suaves tonos lavanda de sus labios.

- Huh, solo hago mi trabajo. Pero, gracias -

Malo... Era estar adheridos a la fibrina en una posición algo incómoda.

Bueno... Era tener la compañía de alguien a quien respetas y quieres mucho.

Malo... Era estar a una distancia tan corta frente al ser que te hace cuestionar tus sentimientos, y tener que hacer un esfuerzo descomunal para mantener la calma.

Bueno... Es que cuando estás frente al ser que amas, el tiempo pasa volando.