¿Qué me hiciste? (parte 2)

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Advertencia +18 contenido para adultos.

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Rompiendo un beso cargado de pasión, y con cuidado de no aplastar a esa hermosa musa que se había apoderado de todos sus sentidos se levantó para quitarse la gorra y la chaqueta. Durante el proceso no apartó la vista de aquella hermosa jovencita, es que simplemente no podía; en un mundo de 37 billones sólo aquella repartidora era capaz de satisfacer su necesidad de amor.

No era lo que tenían en mente ninguno de los dos, comenzar de ese modo su relación, pero las cosas se dieron así y no había mayor vuelta que darle. Ambos se querían, se deseaban, se amaban y no hay ningún crimen en lo que hacían.

- Eres hermosa... -

Con sólo dos palabras el neutrófilo había desarmado completamente a la chica. Ella había esperado tanto tiempo oír algo como eso, no de cualquiera, debía ser de él. Alguna vez en su tiempo libre soñó despierta que después de ser rescatada por su eterno salvador  él descubriría lo mucho que la amaba, se confesaría y serían felices para siempre... Es lo malo de soñar despierta, imaginar lo que podría ser siempre hace que duela más la realidad. Pero ahora, si bien no era el inocente sueño de amor ágape que imaginó, esto era real.

- Hakkekkyuu, vamos a mi habitación... -  invitó la pelirroja levantándose del sofá, más fue interrumpida una vez más por su amado neutrófilo.

- Déjame a mí -

El varón la cargó en sus brazos con tanta delicadeza que ella sentía que se podía derretir ante tanta dulzura, se sentía tan pequeña en sus brazos, esos fuertes brazos pálidos, condecorados con cicatrices de combates anteriores. En ese corto trayecto a su habitación sintió en su piel la respiración y palpitar del varón que la llevaba como una princesa, su princesa. Recostandola con cuidado en su cama individual procedió a desvestirla mientras besaba su vientre, su pecho, y hombros; por su parte la joven acariciaba la espalda y nuca del albino intentando despojarlo de la parte interna de su uniforme, un especie de chaleco protector conectado a los gadgets que le permiten hacer su trabajo.

- Déjame esto a mí, Sekkekkyuu -

Presionó dos pequeños botones en su abdomen y el chaleco se expandió lo suficiente para quitarlo, ahora a torso desnudo él también se ruborizaba al notar como la pelirroja disfrutaba la vista.

- Te ayudo con eso...- la pelirroja se inclinó peligrosamente sobre el varón, comenzó a quitar con cuidado el cinturón de su pantalón haciendo temblar al neutrófilo. Podía contenerse, guardar silencio, mirar a otro lado, pero su entrepierna no engañaría a nadie. Era demasiado, sus impulsos estaban fuera de control.

- Ven aquí - 1146 tomó de los hombros a la pelirroja recostandola de lado en la cama, hábilmente logró que su cabeza colgase por el costado de la misma sin que la herida en su nuca tocase el colchón, se puso sobre ella sin aplastarla y comenzó una vez más a recorrer su cuerpo lamiendo y besando su piel.

- Dulce... Tan dulce- 

El contacto de la húmeda lengua del varón estremecía a la eritrocito, y él lo sabía. Lo notaba en su rostro, en como le erizaba la piel, como arqueaba la espalda y apretaba las sábanas. Saber que tenía dominio sobre ella le exitaba aún más, se tomaría todo el tiempo del mundo para desquitarse de como lo torturó antes en la enfermería.

- Hakkekkyuu... ~♥ -

- Fuiste muy cruel conmigo, siento que merezco una retribución -

- ¿Huh? Pero Hakkekkyuu... -

- ¿Sabes cómo me dejaste en la enfermería? -

- Amm ¿Lo siento? -

- No, no lo sientes... Aún. Pequeña indisciplinada-
La chica levantó las cejas sorprendida, el varón tenía una extraña sonrisa en los labios, no era similar a ninguna expresión vista en él antes; era una mezcla de lujuria, picardía y travesura.

Hataraku Saibou (Historias breves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora